Alcoholismo, vicio que acorta la vida

El alcoholismo es, con toda seguridad, el vicio que más víctimas causa en el mundo; sin embargo las bebidas alcohólicas de diversas marcas, calidades y nacionalidades al ser consumidas se convierten en “fuente de ingresos para los países productores y comercializadores”. Hay conciencia del grave daño que causa el alcohol, especialmente a la juventud; pero lo sensible es que esa conciencia no sirva para cuidar a los consumidores que, a sabiendas, atentan contra su vida al consumir bebidas de toda laya, así sean falsificadas y, en casos, con aditamentos químicos para incitar a beber mayor cantidad.

¿De qué sirve condenar al alcoholismo si en la práctica diaria se lo permite? ¿Cuántas víctimas causa este mal en cada país? ¿Cuántos habitantes del planeta sufren las consecuencias de haber ingerido bebidas alcohólicas? ¿Cuánto se sabe sobre lo que significa beber alcohol de cualquier clase que, en sus consecuencias es factor determinante para ingresar en el campo de consumir marihuana, pasta base “crack”, cocaína, “cielo chino” y numerosas drogas alucinógenas?

Poco, muy poco hacen las sociedades para frenar un consumo que es causante de muchas muertes o, por lo menos, de muchas enfermedades que, por efecto del alcohol, se contrae en el diario vivir. Se dice mucho sobre controles en restaurantes, bares y locales de diversión, que se ejerce para evitar que jóvenes de poca edad consuman bebidas alcohólicas; pero cuando terminan su jornada esos locales, siempre son desastrosos los resultados por la gran cantidad de mareados y “pasados” por lo ingerido; muchas de esas personas, ya bebedores consuetudinarios, no pueden ni quieren dejar de beber y, al hacerlo, por exigencias de su mismo estado inconsciente y nada racional, dan pábulo al consumo de otras drogas que, con seguridad, más temprano que tarde los conducirá a la muerte, y otra consecuencia es contraer enfermedades peligrosas.

Nuestro país, Bolivia, ha sido calificado muchas veces como “una nación cuya población consume mucho alcohol”, especialmente cervezas, piscos de toda marca, ron, vodka, whisky, y otros de diversa calidad y procedencia; no faltan, por supuesto, las bebidas falsificadas que, en una borrachera no se las siente y su consumo es más que seguro. Para los dueños de hoteles, restaurantes, bares, cantinas, prostíbulos y muchos otros locales lo importante es el negocio, el que “el cliente consuma y deje buenas ganancias”.

Poco o nada hacen las autoridades para evitar consumos que son peligrosos para la vida; al contrario, parecería que varias de ellas toman contacto con los responsables de los locales para que “tengan las garantías precisas para consumos sin freno” y ello es debido a la corrupción que anula principios y valores de quienes están encargados de velar por el bien público y mucho más de la juventud.