La libertad es un bien que hace digna y constructiva la vida de la humanidad; la mayoría de los países independientes han combatido por la vigencia de la libertad y por generaciones, han bendecido y defendido sus libertades; pero, contrariamente a un sentir general, para muchos gobiernos o regímenes habidos al frente de naciones, especialmente cuando se trataba de sistemas dictatoriales, la vigencia de la libertad no ha sido bien vista ni menos aceptada. Caso especial merece señalar que la libertad cuya expresión es la comunicación social o sea el derecho de los pueblos a manifestar libremente sus pensamientos, criterios, ideas, que son reflejos de sus sentimientos, no han tenido buena acogida y han despertado celos y otros sentimientos negativos porque resultaban “inconvenientes”.
La libertad mientras no se la convierta en libertinaje, siempre ha sido bien acogida, respetada y conservada por los países y sus pueblos; no ocurrió lo mismo con la libertad de expresión porque, hecha libertad de prensa mediante los medios de comunicación - prensa y radio principalmente y, luego, televisión- resultó “inconveniente” porque reflejaba comportamientos, conductas, funciones y responsabilidades de quienes tuvieron poder y, cuando éste no era manejado conforme a los lineamientos morales, constitucionales y ajustado a las leyes, resultaron contrarios e inconvenientes a quienes ejercían poder de cualquier naturaleza.
La libertad de prensa es incómoda e inconveniente para quienes no actúan conforme a valores y principios, para quienes conculcan las leyes y hacen escarnio de principios fundamentales de democracia y justicia en planos de libertad con responsabilidad. Resulta la prensa, casi indefectiblemente, molesta, incómoda, disconforme, obstáculo, medio discordante y perjudicial para el campo de quienes manejan discrecionalmente los bienes públicos; es la prensa inconveniente y dañina para los que actúan al margen de las leyes; y la publicación o dar a luz pública los hechos y conductas de quienes administran poderes es contraproducente y enemiga porque la prensa debilita, carcome, señala y obstruye lo malo que se hace.
En nuestro país esas “inconveniencias” que crean los medios de comunicación mediante informaciones, crónicas, relatos, análisis, editoriales, artículos de opinión y ejemplos de lo mal que se hace, provoca, casi forzosamente, la intención por parte del poder, para “ver formas o medios para suprimir todo lo que es contrario a intereses y conveniencias”. Estas son realidades que han primado en la vida de los países porque la conducta de quienes los gobiernan dejan dudas, susceptibilidades, desconfianzas, recelos y otros sentimientos negativos en quienes acuden a los medios como prensa, radio o televisión para enterarse de lo que consideran como derecho de conocerse.
Así, no resulta difícil para quienes poseen poderes políticos y económicos encontrar medios y formas para contrarrestar la acción de la prensa: leyes penales que analicen y juzguen comportamientos de periodistas y medios para imponerles sanciones o clausuras, según las conveniencias; instaurar controles mediante sistemas impositivos haciendo cargos que perjudiquen las labores y, como algo “más práctico”, buscar que la Ley de Imprenta sea modificada, regulada, actualizada hasta llegar a su anulación total. El poder político crea y sustenta todo lo que convenga a sus conveniencias porque, de otro modo, sería permitir que la libertad de prensa siga con el goce de sus libertades y resulte siempre inconveniente.
Quienes poseen poder de cualquier naturaleza, mientras actúen conforme a la verdad y cumplan, honesta, honrada y responsablemente sus deberes de servicio, no deberían tener recelos de la prensa; al contrario, respetarla y mostrarla como certificación de lo bien que se actúa en las funciones desempeñadas; pero, quienes se refugian en las sombras de los “carteles de la mentira” para ocultar malos comportamientos contrarios al bien común, tienen que obrar en contra de los medios de comunicación que son la antítesis que resultará siempre “inconveniente” y peligrosa.
Periodistas y medios, en Bolivia o en cualquier parte del mundo, siendo libres seguirán por los caminos de la verdad, la honestidad, la honradez y la responsabilidad; no cambiarán conductas que impliquen salir de los márgenes morales y de servicio al bien común. Estas son verdades que se plasman en la vigencia de las entidades periodísticas y en la misma Sociedad Interamericana de Prensa que en estos días se mostró preocupada por lo que podría ocurrir en Bolivia con la prensa y con los periodistas.
Mientras las “inconveniencias” sean parte de un buen servicio y de comportamientos acordes con la moral, la Constitución y las leyes, no habrá claudicación por parte de los que vivimos con la convicción de que Dios, la Patria y la familia son divisas sustantivas en la práctica de la libertad de expresión.
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