En Bolivia el MAS tiene como objetivo buscar la reelección indefinida del actual Presidente, atribuyéndose tener la preferencia de la mayoría ciudadana, lo que en los hechos no corresponde, por lo cual trata de utilizar a la Asamblea Constituyente, donde tiene dos tercios, para presionar ante cualquier decisión que no le sea favorable. También está planificado utilizar el Tribunal Constitucional Plurinacional y si estas medidas no le dan buen resultado, efectuar la reforma parcial del artículo 168 de la Constitución Política del Estado.
Decididamente los oficialistas no aceptan el resultado del referéndum del 21 de febrero de 2016, cuando se votó contra la reelección indefinida. Este resultado con los votos de la ciudadanía se produjo porque se conoció casos de corrupción, aunque el partido de gobierno trató de minimizar los hechos. En cuanto a proyectos, abundaban, pero terminaban en fracasos, como por falta de mercados para la urea, el Complejo Azucarero de San Buenaventura sin suficiente caña de azúcar, etc.
Cuando el gobierno indígena designó como autoridades a indígenas, éstos no demostraron suficiente preparación en sus cargos, pero sí antecedentes de actividad política partidaria. En esta forma el Estado boliviano empezó a soportar fracasos en varios rubros de la economía boliviana. Se sumaron a estas deficiencias varios casos de corrupción, como en el Fondo Indígena, donde se había manejado fondos sin ton ni son. La economía del país empezó a mostrar falencias, en especial en el tema agrario. Y si consideramos los factores climáticos, la situación boliviana es preocupante, porque se avecinan problemas difíciles para el país, en especial para sectores pobres. Así lo hizo entender la mayoría ciudadana, al votar por el NO en el referéndum del 21F, para decir “BASTA” al actual gobierno. Queremos cambio político, porque los bolivianos no somos comunistas ni socialistas.
Desde hace 11 años, el oficialismo empezó a pregonar que Bolivia era socialista, sin consultar a la población, solo por la admiración que tenía el gobierno por Cuba, Venezuela y Ecuador, países gobernados por políticos de izquierda. Pero los antecedentes de esta unión socialista que pregonaba Bolivia son oscuros, como sucede en el caso de Cuba, gobernada por los Castro indefinidamente, sin elecciones democráticas y con figuras dictatoriales.
En Venezuela se creía insustituible como mandatario Hugo Chávez, que se decía heredero de Simón Bolívar, al extremo que hizo sesiones de espiritismo para entrar en contacto con el ilustre Libertador y llegó al extremo de querer ser Presidente vitalicio. Por ello el actual mandatario Nicolás Maduro adopta la postura de dictador, siendo victimados más de cien ciudadanos en las calles de Caracas, porque pedían elecciones democráticas, para que no se prolongue en el poder indefinidamente. Sucede lo mismo con el actual Presidente de Bolivia, que plantea una reelección indefinida, lo que ocasiona el rechazo de la mayoría ciudadana.
El autor es profesor emérito y ex-autoridad de la UMSA.
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