Caronte
Gualberto Torrico Canaviri, José Carrasco Portillo, Luis Céspedes Poma
Bolivia al parecer ha llegado al final de las controversias ideológicas entre la izquierda y la derecha; y no así los centrismos aberrantes de centro izquierdo a derecho.
Podemos preguntarnos si está, estuvo o estará vigente el pensamiento gramsciano (Antonio Gramsci, el Lenin de Occidente); ahora que los políticos y los analistas están subyugados en sus discursos pachamamistas y/o interculturalistas; si la elección es legal o legítima y en un gobierno que conduce al Estado y la sociedad en direcciones no previstas por propuestas generadas en nombre del “proceso de cambio”. ¿Cumplidas o no?
De igual manera por sectores que aparentemente proponen el desarrollo capitalista, sin discurso y los que con discursos socialistas dirigen políticas de desarrollo capitalistas depredadoras.
El proyecto político aplicado por el Gobierno trató de construir un Bloque Histórico, con base en un pasado de dependencia, debilidad del aparato productivo, la exclusión y el patriarcalismo; aparentemente con intelectuales e interculturales y más fuertemente aplicado con el uso de la coerción, tratando mediante ésta, con lógica hegemónica basada en reformas, aparentemente intelectuales y morales de la sociedad civil; sin tomar en cuenta que se genera una crisis hegemónica que da como resultado el 21 de febrero, lo que demuestra que en vez de consolidar su poder hegemónico, da como consecuencia el comienzo de una polaridad política.
La intencionalidad de perpetuarse en el manejo gubernamental, el aislamiento presidencial ante el contexto internacional, incluyendo el DEBILITAMIENTO doctrinal, institucional y operativo de los elementos de dominación del Estado, acompañado de la pérdida de legitimidad de los integrantes gubernamentales, que únicamente tienen la intención de perpetuarse en el manejo de la cosa pública, aun por encima de leyes aprobadas por el poder Legislativo y sugeridas por el Ejecutivo gobiernista.
Es completamente cierto que todo ese movimiento no pudo y no puede superar al sistema capitalista; todo esto tiene la resultante de que no se cumplió la función de dirección económica y cultural, y ese bloque ideológico inicialmente de cohesión está disgregándose cada vez más.
¿Qué sucede si la reforma ético-moral pierde la reserva moral asentada en los sujetos portadores del proyecto de transformación ética y las prácticas de la clase política son similares a la del bloque histórico anterior?, cuando la población ya no cree en la visión ecologista sobre la Madre Tierra del gobierno, el antiimperialismo, la transparencia en la gestión pública, la justicia de los administradores elegidos por voto popular, la inmaculada y visión prístina de los dirigentes. El bloque histórico entra en crisis y se gesta la posibilidad para los grupos subalternos de iniciar una lucha contra-hegemónica e impulsar la construcción de una nueva hegemonía.
En Bolivia los signos indican que “está muriendo lo viejo (aunque no tan viejo) sin que pueda nacer lo nuevo”, y en este paréntesis están ocurriendo insólitos hechos morbosos y perversos, la corrupción generalizada, el uso indiscriminado de los recursos públicos, el apoyo de los gobernantes a dictadores, los programas y proyectos extractivistas, la exaltación del gobernante supremo, la despolitización de la sociedad.
Se nota la imposibilidad gubernamental de revertir la pérdida de su capacidad que tuvo de producir consensos, por la adopción de un proyecto convertido en capitalismo de Estado, aparentemente encubierto en un discurso indigenista, y lo más subjetivo, de tinte SOCIALISTA, que en su lucha por supervivir, aparentemente tendría que recurrir a los elementos de dominación, de coerción del Estado, tratando de mantener ese bloque histórico y la unidad de la que poco queda. Pero ese elemento de coerción, que debería ser el núcleo de unión de la sociedad política y el aparato estatal de fuerza por excelencia, ha sido debilitado sistemáticamente en su función fundamental y esencial de garantizar el respeto y cumplimiento de la ley, dado que fueron y son sometidos a DECISIONES POLÍTICAS y de coyuntura, tratando de cambiar su esencia, con institutos, escuelas o centros de formación ideológica y también dedicados a acciones asistenciales.
Solo cabe preguntarnos, ¿si es que existe un elemento de coerción paralelo al que está escrito en la CPE?, y que ¿no está limitado por la norma constitucional escrita en la Ley de Leyes? Sobre todo por la posición constitucional que asumieron en anteriores gobiernos y su participación en momentos de crisis político-sociales. Únicamente cumpliendo el mandato constitucional y la obediencia a la máxima autoridad del Estado: el Presidente.
La sabiduría popular que filosóficamente no teoriza, pero que tiene la verdad de cada persona, es una tesis y juicio sincero, que tiene relación directa con los sentimientos acumulados y su visión del mundo, no colectiva, y la interpretación es subjetiva, ya que la Historia nos enseña de esta República llamada Bolivia que no es bueno retener el poder, como Isidoro Belzu quería hacerlo; puede ocurrir que surjan batallas y que terminen en la aparición de un nuevo Mariano Melgarejo manifestando: ¿quién vive ahora?
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