Crónicas de la Ciudad Nuestra Señora de La Paz
Son muy pocos los documentos obtenidos sobre este segundo personaje que tanto tuvo que ver en la etapa de construcción de la ciudad de La Paz. El historiador peruano Luis Alberto Sánchez dice en su libro, El Inca Garcilaso de la Vega: “Juan de Vargas era primo del singular mestizo, ese hijo de noble español y ñusta cuzqueña”. Otro testimonio indica que había llegado a la América de muy corta edad y que aún era muy joven, cuando acompañó a don Alonso de Mendoza a fundar el pueblo nue-vo en la provincia del Collao. Refiere que tenía energía y marcado valor, “era trinquete para las andanzas, buena estatura, bien proporcionado y pocas carnes de buen y fino rostro”. Hasta la fecha nadie ha investigado el lugar de su nacimiento, ni quienes fueron sus padres.
Las Actas Capitulares de La Paz indican que fue nombrado Vice-Corregidor por la au-sencia de don Alonso, además de ser Primer Alcalde de La Paz, fue –como diríamos hoy día– el primer urbanista de nuestra ciudad. Señaló el sitio para la plaza principal, hoy Murillo, el futuro Cabildo y la Catedral, repartió solares a los primeros vecinos. Levantó la primera iglesia cristiana frente a la plaza de “la fundación” o Churubamba (planicie de caracoles), hoy Alonso de Mendoza. Templo erigido en advocación a San pedro. (Poco después, cambiose con el nombre de San Sebastián que hoy prevalece). Se dice que en ese lugar existía un templo dedicado a la luna, hecho histórico no comprobado.
Juan de Vargas prohibió la salida de productos alimenticios a otras ciudades, ya que los indígenas tenían la gran tentación de llevar a Potosí donde obtenían mejores precios. Emitió una ordenanza prohibiendo el traslado de los indígenas cargadores porque morían de hambre y fatiga en los caminos. Los españoles les enviaban con pesadas cargas, sin paga y sin alimento a largas distancias. Destinó guardias a todos los tambos de indios y los alojamientos de españoles, con el fin de evitar la contratación de cargadores sin pago de jornal. Obligó a que se les pagase por cualquier servicio. Con la mayor solemnidad nombró Regidor a don García Gutiérrez de Escobar, y como Alarife a Juan Gutiérrez Paniagua, recién llegado del Cus-co. Este segundo personaje fue requerido para que comenzase la obra de demarcación de la naciente ciudad. “En Dios y su conciencia, que las calles y plazas fueren derechas”.
Paniagua construyó el primer puente para cruzar el río Choqueyapu, ganando así la explanada y sus entornos, calles, comercio, plaza Murillo, etc. . .”.
Los fundadores, y tal vez la mayoría de los vecinos, levantaron sus casas alrededor del tambo Quirquincho, en una calle desaparecida y llamada Conde Huyu (en aymara, casa del conde). En ella existía una casona en cuyo zaguán se veía una placa tallada en piedra con la siguiente leyenda: “YO PERTENEZCO A DON JUAN DE VARGAS”.
En “Tiwanaku” Tomás O’Connor D’Arlach, La Paz, 18 –Nov.-1910 dice lo siguiente: El erudito Padre Jacobo, que visitó detenidamente este lugar el año 1610, después de hacer una detallada relación de las minas dice. . . que en los primeros días de la ocupación española, el primer encomendero del pueblo de Tiwanaku, fue el Capitán Juan de Vargas, vecino de la ciudad de Chuquiagu, hoy Nuestra Señora de La Paz, y primo del cronista Garcilaso de la Vega, haciendo excavaciones en Tiwanaku encontró un día muchas tinajas llenas de copas finas y cántaros de plata, un esqueleto de gi-gante, y una cabeza grande de forma humana de puro oro y muy semejante a los ídolos de piedra que allí se encuentran”. No se encuentran otros documentos, es posible que efectuando indagaciones en Sevilla, se los descubra. En el Cusco, en una reyerta entre españoles, nombran a Juan de Vargas muerto en un duelo a florete.
Otro fundadores.–
A través de los años algunos fundadores quedaron de vecinos y otros volvieron a Es-
paña o ciudades del Perú. No fueron pocos los que llegaron después de haberse fundado La Paz, algunos obtuvieron cargos importantes y sus arribos fueron recibidos con gran regocijo.
Se cuenta que don Juan de Rivas, fue esposo de doña Lucrecia de Sansoles, primera dama de “manto y saya” que se instaló en nuestra ciudad. Mientras el esposo ejercía el cargo de procurador y defensor de los derechos de la ciudad, ella iniciaba la primer industria, estableciendo telares de paños en el valle de Obrajes. Fue la “fundadora de la alta sociedad de La Paz”, que a través de los siglos influyó notoriamente en la política y desenvolvimiento del país. Igualmente se distinguió fomentando o colaborando en la construcción de obras eclesiásticas. Entregó una gruesa suma de dinero para construir el convento de los Agustinos y la fábrica de su iglesia, la cual fue terminada cuando esta dinámica dama vivía aún en la ciudad.
Al enviudar volvió a Lima para ingresar a un convento. (El antiguo convento de San Agustín de La Paz, estaba situado en el predio donde hoy se levanta el Palacio Munici-pal de la ciudad). Antes de partir doña Lu-
crecia entregó otras importantes donaciones para la construcción del colegio de varones de la Compañía de Jesús, antiguo Loreto, hoy Palacio Legislativo.
El también fundador don Alonso de Sayas contrajo matrimonio con la hija de un cacique del lugar llamada Tintaya y al ser bautizada llevó el nombre de María de La Paz.
Mario Bedoya Ballivián
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