Augusto Vera Riveros
En la vida, en que casi todo es cíclico, los ciclos nacen o se imponen para irremediablemente acabar y volver a lo que parecía ya anacrónico. Sucede ello en la política y hasta la misma historia suele repetirse. Más cuando de economía se trata y más propiamente del modelo que en esta materia adoptaron dogmáticamente y en la práctica los países comunistas, los resultados demuestran que esa forma de administración, fue, es y será siempre un estrepitoso fracaso.
No hace falta referirse a los denominados socialistas del Siglo XXI, cuyas cifras rojas, en algún caso, maquilladas de ilusorio crecimiento han desnudado el abuso del poder en detrimento de sus pueblos. Lo que sí resulta significativo es lo sucedido en la “sociedad igualitaria”, en países como la ex Unión Soviética, donde la gran hambruna de 1921 provocó la muerte de 9.000.000 de personas, por supuesto ninguna militante bolchevique, obligando a Lenin a dar un giro opuesto al que con enfervorizado entusiasmo implantara a tiempo de tomar el poder.
Así que, con ese antecedente, resultaría ingenuo pensar que el surgimiento de la ex URSS que en la década de los 50 pasó de ser un país sumergido en la indigencia a la segunda potencia mundial, se debió a las recetas marxistas. El líder de la revolución implantó la Nueva Política Económica, replicada en nuestro país varias décadas después, salvando, claro, las distancias entre una y otra realidad social y tamaño del aparato del Estado. Así fue.
La China confirma que su economía de libre mercado, desautoriza cualquier justificación de implantar en esa materia El Manifiesto, y como todos lo sabemos, el gigante asiático se halla apenas a pocos años de erigirse en la primera economía del mundo.
Entonces dirigimos nuestra mirada a Vietnam, donde a partir de la caída del bloque soviético, se ha implantado medidas como el reconocimiento de la propiedad e iniciativa privadas, la apertura progresiva a la inversión extranjera y, sobre todo, una apertura comercial al exterior sin distinción de ideologías, y atendiendo, como debe ser en una administración eficaz, moderna y humanitaria, el bien común de sus 90.000.000 de habitantes. Ya en los primeros años de este siglo, Vietnam ha alcanzado el 8% de crecimiento anual, que la sitúa entre las economías más prósperas, lo que no significa que haya salido de la pobreza en que el comunismo la sumió, pero es innegable la rápida reconstrucción por la que el gobierno –formalmente- comunista optó, lo que supuso un impresionante desarrollo industrial.
Y aunque todavía los resabios del comunismo en cuanto a libertad de expresión, desconocimiento a los derechos humanos y otros, son practicados en aquel país, una política de apertura en sus relaciones internacionales e integración con la comunidad de naciones, le han permitido un despegue en clara muestra de adscripción a una globalización productiva que es tendencia irreversible porque los mercados globales tienen gran necesidad de tecnologías en todas sus áreas; y gracias a esta forma de concebir la economía, se ha expandido su economía y reducido ampliamente su pobreza.
La globalización es esencialmente la socialización de la producción por el capital transnacional, compartiendo entre naciones, la marginalidad y la pobreza, modelo que Vietnam adoptó como la manera más eficaz de salir de su subdesarrollo, dejando atrás las encostradas consignas marxistas que han expoliado la iniciativa privada y que en el otro hemisferio, en América, algunos países insisten en mantenerlas.
El autor es jurista y escritor.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |