ESPECIALES
• Fue reconocida como activa y laboriosa, por su comercio y la industria de sus obrajes
Selección y prólogo de
Mariano Baptista Gumucio
La ciudad de La Paz fue descrita, alguna vez, como una ciudad embrujada no por la atracción de sus placeres auríferos, sino por la magia de su paisaje singular, coronado por la montaña más hermosa del mundo, el Illimani.
Esta ancha cuenca del Chuquiago parece tener energías telúricas que dan vida a la ciudad haciéndola crecer pese a su topografía, su clima duro, su poca vegetación, la distancia que la separa de las principales ciudades del Continente. Es quizá la montaña la que le confiere su fuerza, su mágica vitalidad, esa “pujanza” de la que hablan todos los que se han ocupado de su historia y de su destino. Esta ciudad es considerada como la más andina de Bolivia por estar enclavada en el corazón mismo de los Andes.
Si en la Colonia no tuvo La Paz la importancia económica de Potosí, ni el prestigio cultural de Charcas fue con todo una ciudad activa y laboriosa, por su comercio y por la industria de sus obrajes.
Por esas riquezas y varias otras de las diversas regiones de su departamento -altiplanicie, valles Yungas- y sin duda también por su cercanía al mar (La Paz estuvo ligada a Arica por un camino que la unía a Tacna, de tal manera que esas regiones costeras vivieron siempre económicamente de Bolivia y pertenecen a su estructura geopolítica), la ciudad de Nuestra Señora de La Paz llegó a ser la tercera en jerarquía de toda la Audiencia de los Charcas. Desde el siglo XVII, pero sobre todo en el XVIII, se levantan monumentos de piedra, tanto religiosos como civiles, de bella arquitectura barroca, que rivalizan con los de Potosí, La Plata, el Cuzco y Lima. También son construidos los templos de San Francisco y Santo Domingo, y varias mansiones de magníficas portadas y arcadas interiores que daban, principalmente sobre la calle del Rey, la que en la república comenzó a llamarse calle del Comercio.
Hermosa casa fue la de las señoras Salazar, marquesas de Haro, que perteneció después a la señora Villaverde, heredera de aquellas, razón por la cual se la conoce como casa de los marqueses de Villaverde, aunque no existía ese marquesado. La casa poseía cuatro regias portadas, que dan dos una sobre la calle Ingavi y otra, a la calle Yanacocha. Las que daban a la calle Comercio fueron destruidas en la Republica. Otro edificio, que es quizás el mejor conservado de la Colonia, se conoce por casa de los marqueses de Arana. El patio, con sus tres pisos de arcadas, es uno de los monumentos más hermosos de la arquitectura civil latinoamericana del período virreinal. Hoy es la Pinacoteca de La Paz.
Fue durante la República que La Paz desarrollo hasta convertirse en la ciudad más populosa y progresista de Bolivia. Es verdad que en los primeros años continúa limitada al cuadrángulo trazado por el alarife Paniagua en 1549, o sea tres o cuatro cuadras alrededor de la Plaza Mayor, la que toma luego el nombre de Plaza 16 de Julio, y en 1909, de Plaza Murillo. Con todo, comienza su expansión cuando el Gobernador Intendente Sánchez Lima traza el paseo de la Alameda, abriendo las posibilidades urbanísticas a la región que, andando el tiempo, será la avenida Arce y el barrio de Sopocachi.
Los gobiernos de Santa Cruz y de José Ballivián fueron, en el pasado siglo, los que mayor interés mostraron por el progreso de La Paz, Santa Cruz crea la Universidad de San Andrés, la Biblioteca de La Paz, que luego será Municipal y el Círculo Literario, cuyo primer presidente fue el Dr. José Manuel Loza, y que en 1877 publicó una “Revista Quincenal” que duró hasta 1879. Bajo aquella gestión comenzó la construcción de la nueva Catedral, pues la vieja, tuvo que ser demolida por fisuras de las bóvedas.
José Ballivián hizo más: convirtió el antiguo Cabildo en casa de Gobierno, reconstruyéndolo casi desde sus bases. Mejoró el camino existente a la región que era por el valle de Potopoto, hoy Miraflores, construyendo un puente sobre el río de La Paz. Fundó el primer Colegio Militar, ubicado en la región de San Jorge, por eso lleva su nombre. Ballivián hizo de nuestra ciudad un centro de vida intelectual, trayendo al país a Bartolomé Mitre, a Domingo de Oro, a Wenceslao Paunero, quienes fundaron el periódico “La Época” cuyo primer director fue Juan Ramón Muñoz Cabrera el que le sucedió el poeta Mariano Ramallo. Mitre publicó “La Época”, en 1847, su primera novela Soledad, donde pinta la bella granja de Cebollullo, propiedad de Ballivián y donde se hospedó el escritor y presidente argentino.
Ballivián el primero que pensó hacer de La Paz la capital de la república, para lo cual vio por conveniente incorporar al territorio boliviano las provincias de Moquegua, Puno, Tacna, Arica y Tarapacá, que en la Colonia estuvieron siempre ligadas al Alto Perú. En una carta al prefecto de La Paz, don Manuel Guerra, le decía: “La división del Perú en dos estados es mala y malísima para La Paz, porque aleja y embaraza nuestro objeto; la reunión de Puno y Moquegua y si se quiere el Cuzco hasta el Apurimac debe ser nuestro Gran Proyecto, para que La Paz sea la capital de Bolivia”.
La Paz se poblaba y crecía. El ministro chileno Sotomayor Valdez daba a la ciudad, hacia 1870, unos sesenta a setenta mil habitantes. Era ya, la ciudad más poblada de Bolivia, pues aquella urbe colonial, y emporio de riqueza que fue Potosí, declino bastante debido a la guerra de la independencia y a las contiendas civiles que siguieron.
La Paz se singularizó también, desde el siglo pasado por su espíritu cívico. Ese amor por la libertad que floreció en 1809, llevó muchas veces a esta rebelde y belicosa ciudad a ofrendar vidas que valían mucho más que las causas por las cuales eran sacrificadas. En tiempos de Belzu, y hallándose el gobierno en la capital, el pueblo de La Paz sofocó espontáneamente un pronunciamiento militar. Años después, ese mismo pueblo, horrorizado con las matanzas de Yáñez, se levanta para vengar los crímenes y acuchilla al déspota. En esta ciudad fue abatida la tiranía de Melgarejo el 15 de enero de 1871, y en ella han tenido lugar conspiraciones y luchas que han encumbrado y derrocado sucesivamente a los caudillos. Por eso se puede decir que en La Paz se ha jugado casi siempre el destino de la nación. De La Paz partieron contingentes de lucha, pero también comisiones de estudio, como las primeras misiones exploradoras hacia el Beni y Pando, con José Agustín Palacios, y hacia el Chaco, con el coronel Magariños, y de La Paz, salieron igualmente los primeros ejércitos que marcharon a defender aquellas regiones.
La Paz, por su cercanía a la costa, ha sido y es la puerta de Bolivia, desde donde los productos de ultramar se distribuyen a todo el territorio del país. Su progreso se debe al esfuerzo de sus propios habitantes, y no de los gobiernos. Pocos gobiernos han hecho algo por su desarrollo y progreso.
En la presidencia de Pacheco, se proyectó la urbanización de la zona de San Pedro, bajo el nombre de “Nueva La Paz”. Bajo la presidencia de Arce se construyó el camino a Obrajes, por la avenida que hoy lleva su nombre. Antes la conexión con Obrajes se hacía por Miraflores.
De todos los gobiernos a los que más debe la ciudad de La Paz es a Montes y a Saavedra. Se dice que Montes, admirando las bellas construcciones que los conservadores habían levantado en la ciudad de Sucre -la Glorieta, la Florida, el Palacio de Gobierno y el teatro Sucre, que se hallaba en construcción- quiso hacer de La Paz la rival de la capital de la república.
El General Fermín Prudencio antiguo prefecto del departamento se construyó el palacio legislativo en el lugar del antiguo Loreto; se reformó por completo el palacio de gobierno; el edificio “Las Casas”, donde funcionaba el Tesoro y algunos ministerios, fue remodelado para palacio prefectural, se amplió y modernizo el teatro municipal. La plaza Murillo fue arborizada. Se construyó el Colegio Militar donde hoy se halla la universidad y se proyectó el palacio de justicia terminado pocos años después. La obra más importante fue la apertura de la avenida Montes.
El régimen liberal, sin muchos recursos, realizó obra nacional y departamental. Se construyeron caminos provinciales y el ferrocarril a Guaqui. Se instaló el telégrafo en el país y la luz y fuerza eléctrica para las ciudades. Se construyó una laguna en Milluni para almacenar las aguas de los deshielos del Huayna Potosí y del Chacaltaya. La Bolivian Rubber, de acuerdo a un contrato con la Municipalidad, instaló no sólo el servicio de luz sino también tranvías eléctricos desde la estación Central -donde hasta hace poco funcionaba la Aduana- hasta Obrajes y la parte alta de Sopocachi. Para lograr esta ascensión, un arquitecto francés hizo el trazado de la actual avenida Ecuador que sube hacia el Montículo de Sopocachi facilitando su urbanización.
Zoilo Flores fue un pionero de la arborización de la ciudad y sus alrededores. Trajo álamos de Chile y los plantó en El Prado, que desde entonces comenzó a llamarse Alameda.
Saavedra no era sólo un político y un escritor, sino también alguien que deseaba hacer de La Paz, su ciudad natal, la primera ciudad de la república. La doto de alcantarillado, pavimento, iluminación eléctrica e instalación de una red de tubería que repartiese con más amplitud y presión el agua por toda la ciudad. Embelleció parques y avenidas. Convirtió en moderna avenida el paseo de la Alameda. Aperturó la avenida Saavedra urbanizando Miraflores construyendo el Hospital General y el Hospital Militar, y el “Estadio La Paz”.
Inauguró la Catedral en 1925 con un Te Deum. Se trazó el ferrocarril de El Alto a La Paz. El año 1919 volaba por los cielos de La Paz el primer avión. En 1921 se fundaba la Escuela de Aviación Militar en El Alto y con la inauguración del Lloyd Aéreo Boliviano comenzó la aviación comercial.
Con Montes y Saavedra La Paz creció, incorporando nuevos barrios como Obrajes, Calacoto, La Florida, las villas de El Alto y las de los cerros. Se construyeron hoteles, cines, residenciales y edificios de departamentos. Se instalaron fábricas de artículos de consumo general y se amplió el comercio hasta convertir a La Paz en el centro económico de la república.
VIDA INTELECTUAL DE LA NUEVA URBE
La vida intelectual de La Paz fue muy intensa en el período liberal. Se creó la Escuela Normal Superior en La Paz. Se escribió mucho sobre educación y cultura en aquellos momentos. Recordemos los artículos de Franz Tamayo, recogidos después en su obra La creación de la Pedagogía Nacional.
Circulaban los periódicos “El Comercio de Bolivia” desde el pasado siglo. Los fundados en la época fueron: “El Diario” dirigido por don José Carrasco, “El Tiempo” por don Víctor Muñoz Reyes, “El Fígaro” por don Tomás Manuel Elio, “La Verdad” por don Abel Iturralde, “El Imparcial “y “La Tarde”. Aún se publicaba un periódico satírico: “El Maestro Ciruela” dirigido por don Moisés Ascarrunz.
Se editaban las siguientes revistas: “Florilegio” “Artes y Letras” y algún tiempo después “Atlántida”. Alberto Palacios editó la revista “Bolivia”. Muy importante publicación fue también “El Boletín de Estadística y Estudios Geográficos” que dirigió durante mucho tiempo don Manuel Vicente Ballivián, uno de los fundadores de la “Sociedad Geográfica de La Paz”.
“El Círculo de Bellas Artes” reunía a artistas plásticos, músicos y escritores como Valdivia, Peñaranda, Muñoz, Borda, Juan Francisco Bedregal, Abel Alarcón, Gregorio Reynolds, José Eduardo Guerra, Raúl Jaimes Freyre, el peruano Federico More y el colombiano Manuel María Muñoz. Al finalizar el período liberal se fundó el “Círculo Futurista”.
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