Masivo contrabando de alimentos

Casi a diario y desde hace tiempo, autoridades nacionales relacionadas con la producción agropecuaria del país anuncian alentadoras medidas destinadas a solucionar la crisis de producción nacional de alimentos, para abastecer el mercado de consumo. Sin embargo, tan halagadoras promesas caen en saco roto, como revelan fehacientemente los hechos.

El sector agropecuario del país registra dificultades en varios aspectos, entre ellos en lo que se refiere a la producción, comercialización e inclusive consumo interno y, al mismo tiempo, enfrenta agudos problemas frente a la política de libre comercio externo, el contrabando y las importaciones masivas por parte del Estado de algunos alimentos básicos.

Ese conjunto de factores no solo está acostumbrando a la población a consumir productos extranjeros, sino también está dando muerte paulatina a la producción agropecuaria nacional, hechos de fácil comprobación en cualquier lugar del país.

En el curso del presente año los mercados de abastecimiento público han dejado de ofrecer fruta, verduras y otros vegetales indígenas y, en cambio, solo tienen para la venta productos de origen extranjero. Para muestra basta un botón. En efecto, en la presente temporada está ocurriendo lo siguiente:

En principio, ya los mercados debieron estar ofreciendo frutas nativas de la primera temporada agrícola, pero, o bien no se los encuentra o son de pésima calidad. Es más, en vez de que aparezca la producción local los mercados están llenos de artículos de origen extranjero, generalmente originados en el contrabando.

Los mercados y puestos públicos en general solo ofrecen fruta extranjera y nada nacional se encuentra. Se observa entre esos productos extranjeros los siguientes: manzanas, uvas, peras, duraznos, mangos, kiwis, paltas, chirimoyas, etc. aparte de varias verduras. La procedencia de esos alimentos es de Chile, Argentina, Perú y Brasil, aparte de las importaciones de Europa, China y aun África.

Se debe agregar que se trata de frutos de baja calidad, transgénicos, de precio inferior a los nacionales. Pero lo más grave de todo es que esa competencia desleal está matando la producción nacional y, a la par, hace crecer la producción en el extranjero y permite el enriquecimiento de los agricultores de otros países, mientras los nacionales están condenados a la ruina definitiva, aspectos que minan definitivamente la economía y la soberanía nacionales, a vista y paciencia del orden populista.