La vergüenza de nuestros escenarios deportivos

La FIFA, rectora del fútbol mundial reconoce como afiliadas a la Confederación Africana , La Confederación Asiática , la Asociación de la Unión Europea, La Confederación Norte/Centro América y del Caribe y la Confederación Sudamericana . Todas estas instituciones están compuestas por países y clubes que tienen los mismos derechos y obligaciones, de donde se deduce que Alemania es igual que Bolivia y que el Real Madrid es igual que Bolívar en el trato que reciben.

Ahora bien, el campo de acción del fútbol es el escenario deportivo, lugar que recibe a los protagonistas de un partido. Son los invitados de honor para brindar el espectáculo a una afición que ha pagado el valor de su entrada para ver a estos artistas del balón, situación que exige que las instalaciones de los escenarios deben brillar en su aseo, tener asientos confortables, baños limpios y vestuarios como si fueran habitaciones de un hotel de cinco estrellas, como lo son en varios países. En síntesis, para que un partido de fútbol a nivel profesional invite al aficionado a asistir con la familia, debe contar con las comodidades que el espectáculo exige.

En nuestro país, en lugar de avanzar con el tiempo vamos retrocediendo día a día. Primero la gran vergüenza nacional, la falta de tartán en el Estadio Olímpico Hernando Siles desde hace tres años. El escenario símbolo del país que recibió a selecciones y equipos en Eliminatorias para el Mundial Rusia 2018 y Copas Libertadores de América y Copa América no está bien. Lastimosamente esa es la imagen de nuestro país en el exterior. Todo mediocre e improvisado, mientras el palco presidencial se ve abarrotado por los miembros del Poder Ejecutivo y sus familiares en partidos internacionales que no sienten vergüenza de ser anfitriones de una fiesta deportiva con un escenario reiteradamente incompleto en su estructura, muy diferente a la que preparan con toda dedicación en su casa para recibir a sus invitados.

En la actualidad tenemos escenarios tan pobres donde se juega el fútbol profesional, que ni siquiera tienen agua en sus duchas. Graderías inseguras con riesgo de caerse y que no cubren los cuatro costados del campo de juego, con un gramado que parece el valle de la luna de la zona de Mallasilla de nuestra capital, algunos con una capacidad para los aficionados por debajo de una liga zonal, mientras nos enteramos por spots televisivos de las inauguraciones por el gobierno, de canchas en pueblos desolados, donde no tienen ni balón apropiado, menos futbolistas y ni que decir de coliseos, donde el número de habitantes es menor a su capacidad, inversiones que podían haberse efectuado en las capitales de los departamentos, pese a no ser de su competencia, ampliando y modernizando los que se tienen o proyectar nuevos escenarios acordes a la actualidad y no seguir con potreros como los tenemos en la actualidad. Una pena. Si pretendemos la superación de nuestro fútbol, debemos pensar como parte sustancial de este objetivo, brindarle al jugador toda la infraestructura y comodidad para su preparación, con campos deportivos de primer nivel y no trasladar ese primer nivel de inversión a los sueldos, viáticos y hoteles cinco estrellas de los dirigentes de la F.B.F., Liga y A.N.F, como también que el gobierno abra los ojos no solo para ver partidos internacionales desde su palco, sino muestre el progreso de nuestro país como lo sostiene, con escenarios deportivos donde se concentran los periodistas extranjeros que se llevan una imagen negativa de nuestros campos deportivos al igual que los jugadores de las selecciones y de equipos que nos visitan.

Dr. Edgar Linares Mariscal fundador y ex asesor legal de Fabol