Existe preocupación en todas las actividades productivas del país -como debería haberla en las autoridades económicas del gobierno- por el menor crecimiento económico del país. Esta es realidad que nadie podría negar porque, según informes oficiales, habría disminuido el ahorro del público y, por esta razón, el gobierno se vio obligado a realizar un ajuste en la Tasa de Referencia (TRE) con el propósito de aumentar las tasas de interés por los depósitos del público tanto en cajas de ahorro como depósitos a plazo fijo.
Como siempre ocurre, la banca ya realizó ajustes en los intereses que cobra al público por préstamos y otros; no hubo, pues, la previsión para incrementar las tasas simultáneamente a favor del público y su respectiva compensación en las operaciones bancarias. Los bancos, de manera previsoria, empezaron a elevar sus tasas de interés para depósitos y operaciones de crédito y, por supuesto, lo hicieron en proporciones mayores a las aprobadas para el público.
Es importante tomar en cuenta que, comparativamente con el crecimiento de gastos en la administración pública, impuestos y banca, las exportaciones bajaron y, además, el Ministerio de Economía expresó: “Como producto de la desaceleración económica y la incidencia del programa gubernamental de la vivienda social se estima una caída en los precios de los inmuebles en el contexto de alta oferta”.
Hay menor producción y mucho cierre de empresas - especialmente medianas y pequeñas-; hay menores ventas en el comercio legal aunque, por lo menos en algunos rubros, crece en el mercado informal; hay angustia en quienes cuentan con bajos ingresos y tienen que hacer frente a mayores gastos para sobrevivir; esta es realidad que las autoridades no toman en cuenta y creen, con ingenuidad que pasma, que “la economía está en buen pie, que el país se encuentra en posición de mayor crecimiento en relación con países vecinos”.
Seguir con la cantaleta de que “poseemos una economía blindada” resulta, conforme pasa el tiempo, la mayor forma de disfrazarle al pueblo situaciones de bonanza y solidez económica que no se tiene. La verdad es que el gobierno y muy especialmente las autoridades económicas deberían actuar con la verdad; es decir, mostrar realidades con cifras y estadísticas creíbles y no pretender que “el pueblo viva de fantasías o ilusiones sobre la situación económica”. Para empezar, decir exactamente lo que ocurre con las ventas de gas al Brasil y la Argentina que, se sabe muy bien, han disminuido en sus volúmenes y existen dudas sobre la firma de futuros contratos, porque “tampoco creen en las afirmaciones de que “se cubriría todas las demandas de gas”, teniendo en cuenta la declinación de los pocos pozos y, sobre todo, la inexistencia de nuevas perspectivas por falta de exploración y explotación. La verdad es que la crisis es cada vez mayor y solo la verdad de toda la realidad podría ayudar a encontrar remedios siquiera momentáneos.
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