En otros tiempos, no muy lejanos, había pasión por la política. En cambio, en estos días, se observa total apatía, pese a que de ella depende la administración de los intereses públicos y obviamente del progreso o rezago de Bolivia.
Es evidente que la política fue muy desprestigiada en el pasado, a su sombra fueron cometidos muchos excesos, particularmente en cuanto a conducción del país y al aprovechamiento del poder para enriquecerse o, por lo menos, efectuar manejos errados y dispendiosos de los intereses nacionales.
En la actualidad, hay facultades universitarias dedicadas al estudio de la política, lo que lógicamente podía inducir a las nuevas generaciones a dedicarse a la militancia o inclusive a la creación de nuevos partidos políticos.
Pero, al parecer, más bien se desalienta en vez de estimular a participar en la política, no obstante que los países, entre ellos Bolivia, requieren tener personas formadas académicamente para interesarse en los destinos nacionales, como ciudadanos comunes, pero también para ser dirigentes medios y altos.
Los países no pueden prescindir de los políticos, en el pasado eran personas improvisadas las que de todas maneras intervenían en política partidaria. En unos casos con fortuna, pero en otros con resultandos frustrantes.
Sin embargo había, de todos modos, predisposición para servir y mejor aún, conducir los destinos del país. Por estas circunstancias, se creaba incluso nuevos partidos y siempre había gente dispuesta a militar en ellos, por considerarlos, en la mayor parte de los casos, como medio para servir a los intereses públicos, bajo determinadas concepciones ideológicas.
Por supuesto, no faltaban quienes encontraban en la política una manera de ejercer el poder y en otros de servirse de ella para fines non santos, es decir lograr provecho personal antes que constituirse en buenos servidores públicos.
Si bien se daban deplorablemente estos casos, había también personas que realmente deseaban y se apasionaban por ser útiles al país. Con sus esfuerzos se construyó el país o, por lo menos, no quedaron indiferentes ante los requisitos de contar con dirigentes y militantes que se empeñaran en aportar a su construcción.
En las últimas décadas se consideró que era mejor contar con políticos profesionales y no improvisados, dadas las necesidades crecientes de los países, de ser dirigidos por gente formada en la materia y de esa forma tener un desarrollo estructural, acorde con las experiencias internacionales que existen al respecto.
De manera que la política, aparte de constituirse en una simple carrera académica, puede formar competentes administradores de los países. Las complejidades de la época requieren ser atendidas por personas de formación profesional, o sea que tengan conocimientos idóneos para intervenir en el manejo de los intereses económicos y sociales de sus poblaciones, que cada vez son más ilustradas que en el pasado.
En un enfoque que se pueda hacer del presente, se llegará a percibir ciertas novedades y evidencias. No hay interés en formar nuevos partidos, al mismo tiempo la gente es indiferente a la política, a ser dirigentes y/o solo participar como militante.
Al presente, virtualmente no hay los partidos políticos de otros tiempos e inclusive ni siquiera ya existen, pues nadie se interesa en formar partidos y menos en integrarlos.
Por tanto, la política en Bolivia, al menos al presente, sería como otras profesiones, de estudios de gabinete, ya no de ser militantes y menos de dirigir y movilizar muchedumbres.
La prueba es que el Movimiento Al Socialismo, que es supuestamente el “partido” gobernante, no tiene una militancia como la que tuvieron los republicanos y nacionalistas del siglo pasado. Se llega al extremo de que ni siquiera cuenta con grupos de estudio sobre las realidades del país y la gradación de requerimientos que tiene, menos sobre la posibilidad de ser atendidos.
En la oposición se tiene actualmente como únicas figuras dirigentes a don Samuel Doria Medina y al Ing. Jorge Tuto Quiroga, aunque éste sin contar mayormente con militancia activa. El resto se reduce a personas, respetables por cierto, pero que no están demostrando tener mayor interés en erigirse en líderes políticos.
Esto, empero, no es atribuible a quienes tienen vocación por la política para servir al país, sino a la casi total indiferencia ciudadana por integrar partidos y a través de ellos contar con adictos que se cuente siquiera por cientos, cuando antes eran miles.
No se están repitiendo, para solo citar ejemplos últimos, los casos del PIR (Partido de Izquierda Revolucionaria), MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario), FSB (Falange Socialista Boliviana), ni por lo menos la experiencia del POR (Partido Obrero Revolucionario), que siquiera tenía alguna pequeña militancia partidaria.
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