Álvaro Numbela Tejada
El manejo deseado de las relaciones sociales, si bien no facilita la labor del Poder del Estado, pero tampoco le es necesariamente hostil. Así se tiene el deseo del Ilustre Colegio de Abogados de Chuquisaca (Icach) que representa un manejo diferente de la sociedad, para recuperar el prestigio de la profesión.
LA PROFESIÓN
En el día destinado a la noble profesión, de una manera ejemplar el Colegio de Abogados de Chuquisaca dio los pasos conducentes a recuperar el prestigio de la profesión. Poniéndose a derecho con una misa concelebrada desde las primeras horas del día 12 de octubre, los reconocimientos de rigor a los asociados y, lo que es mejor, con una recepción de obras de arte con gusto exquisito, dieron las mejores reflexiones de defensa.
El abogado es una figura emblemática de la Justicia, una silueta con hábito y mangas negras. En Bolivia, con corbata y traje destacable; con sus luces de inteligencia, no solamente contribuye a la realización práctica del derecho; también llama a los buenos sentimientos de la autoridad y al realismo del pueblo.
El abogado defiende los valores de la sociedad. Así, por ejemplo, hace llamados convincentes acerca de cómo tratar a las mujeres y a los niños.
¿Quién puede violar la Constitución? Solo los poderes políticos de la Nación.
Consecuentemente, el abogado no trata temas de política; él se ocupa de la decencia humana elemental, defendiendo ante la sociedad aquello que está bien y aquello que está mal dentro la ética profesional.
REFLEXIONES
La Dra. Silvia Salame preside el Colegio de Abogados de Chuquisaca, que con acierto presenta reflexiones para recuperar la normalidad democrática. ¿Cuántas veces hemos escuchado su voz sensata, moderada y entendible? Ella se convierte en garante de la democracia; ya que el abogado no dicta el Derecho, esta competencia está contemplada dentro de la Constitución Política del Estado.
El abogado se encuentra en la misión diaria de analizar la ley y hace la interpretación de la misma a favor de una causa; de esta manera es también la figura discreta que hace notar defectos de forma, al oído de su cliente, prometiéndole el triunfo de una causa. En fin, el abogado tiene una formación universitaria de base que dura cinco años. Tras los cuales sigue cursos para una capacitación profesional continua a cargo de sus Colegios, y ciclos internacionales de actualización jurídica; de donde logra su aptitud para la profesión y cumplimiento del juramento hipocrático.
Y para terminar, vale la pena destacar el exquisito gusto con que comienza su gestión la Dra. Salame, al recibir en su día un cuadro pintado por el artista Nanet Zamora, que traduce la defensa de los derechos humanos por parte del profesional abogado. ¡Vale!... que sin la cultura no se puede restaurar la credibilidad y la confianza en la institución y mejor con las óperas que enseñan: Un sistema procesal común, un Estatuto de la Magistratura o la realidad de saber ¿quién es y qué es un magistrado?
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