Cuando ocurren hechos anómalos en la seguridad de cualquier institución, es casi seguro que hay falencias graves en los sistemas de control; esto es lo que más o menos ha ocurrido en un banco que, desde que ha sido creado, ha canalizado la mayoría de las operaciones bancarias del sector público y mucha del privado. Este es el caso del Banco Unión que ha sufrido desfalcos considerables que sobrepasan los 37 millones de bolivianos.
Expertos en seguridad financiera de instituciones bancarias sostienen que “los bancos no solamente corren riesgos externamente, sino que a veces el mayor problema suele presentarse con el personal, especialmente de niveles jerárquicos a quienes los ejecutivos confían el control de los procesos de seguridad”. Esta es realidad que casi normalmente sufre la mayoría de las entidades financieras, como ha ocurrido en años pasados con cooperativas de ahorro y crédito, instituciones destinadas a solventar la construcción de viviendas y entidades dedicadas a promover préstamos y otras operaciones; por supuesto, la banca no podía estar libre de este tipo de peligros.
Personal especializado sostiene además: “en el país, la mayoría de los bancos del sistema se encuentran rezagados en cuanto a la aplicación de sistemas de seguridad informática”. Esta es realidad porque ocurre que en casi la mayoría de las entidades se confía a los “sistemas” no solamente la realización de cuestiones contables sino también de seguridad, aunque lo hacen con personal calificado, que no siempre es apropiado, porque se requiere muchas condiciones, como idoneidad, seriedad, buenas costumbres y educación para tratar al público y evitar otros errores que desmerecen totalmente la atención bancaria. Y cuando se producen quejas del público, se da números de teléfonos para que algún funcionario atienda los reclamos, aunque el “paso de número a número telefónico” da lugar a que nunca se atienda. Es normal, por ejemplo, que se suba intereses sin aviso previo al portador de una tarjeta de crédito, que es sorprendido con los cargos. La falta de educación y buenas maneras de funcionarios, empezando por cajeros y terminando en personal jerárquico, casi es normal y no hay “autoridad ejecutiva” que ponga freno ni remedios a esas inconductas.
Los bancos viven gracias al público y se dice que, por principio, ningún banco pierde, porque hacen hasta lo imposible para acrecentar sus utilidades. Muchos de los bancos cuentan con mucho personal y hacen ostentación de construcciones y oficinas lujosas, pero no cuidan detalles importantes que podrían ayudarlos a mejorar las condiciones de seguridad que permitan la confianza del público que, con los últimos hechos dolosos, tiende a perderla. Ahora, ante lo ocurrido, tanto en la banca como en organismos de control del Estado se cree que la exoneración de algunos funcionarios solucionará los problemas, pero no es así.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |