-¡Hola Jaimito! ¿Cómo estás? ¿Puedo visitarte?
-¡Clovis, después de tantos años! ¡Ya no recibo a nadie, hermano...!
Fue aproximadamente en mayo 2017. La última charla -apenas unos segundos- con el periodista Jaime Humérez Seleme.
El miércoles 18 de octubre del presente año, soné que estábamos reunidos en la Redacción de “Meridiano”, diario que fundamos con Jaime, el 20 de mayo de 1980. Estábamos Carlos Serrate Reich, Alfonso Prudencio Claure (Paulovich), Guillermo Riveros Tejada, Raúl de la Quintana y yo. Un poco alejados, otros periodistas y fotógrafos que charlaban alrededor de un escritorio.
En mi sueño, todos hacíamos coro a la experiencia y conocimientos de Jaime en el amplio género del periodismo escrito. Sin lugar a equivocaciones, fue uno de los grandes del periodismo boliviano.
Debo agregar que en sueños, vi al entonces Director de Meridiano, Jaime Humérez Seleme, joven y sano. Vestía impecable terno azul.
En mayo, después que le llame por teléfono, me encontré con varios colegas que vivían en el Barrio del Periodista de Obrajes. Coincidieron en que “Jaime se había enclaustrado y que no tenía contacto con nadie fuera de su casa, excepto Pepe Vidaurre” que estaba ligado desde siempre y para siempre, con el gran periodista, amigo entrañable.
Sugerían nuestros colegas, que Jaime discriminaba. Empero, a mi juicio, Humérez Seleme, profesional ecuánime, sintiéndose enfermo, se retiró de la sociedad humana, para morir como vivió: digno.
Así, casi nadie supo qué tenía, cómo aguantaba su destierrro y tampoco nadie se enteró, cuánto sufrió. Su decisión personal, pinta el retrato del gran periodista, del gran amigo, del gran caballero y, ante todo, del hombre sensible y humano.
A lo largo de su admirable labor, Jaime fue cultivando su estoico espíritu, tal vez intuyendo que necesitaría toda su fortaleza, para enfrentar valiente, en la última trinchera de su habitación, lo inevitable. Así parece que sucedió.
La influencia de este gran hombre y periodista, marcó los matutinos “Presencia”, “Hoy”, “Meridiano” y “Correo”, diario de su propiedad. Y por supuesto, también nos marcó a quienes lo conocimos y admiramos.
Tuve el honor de trabajar con él y de conocer su profundo pensamiento. Por tal razón, rindo homenaje a quien no pisará más las redacciones de la prensa escrita pero, que muchos periodistas como yo, que le conocieron, seguiremos sintiendo su presencia como la sentíamos cuando era joven y estaba vivo.
(clovisdiazf@gmail.com)
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