¿El fin del kirchnerismo?

Cristina Fernández de Kirchner recibió dos muy malas noticias en la semana que termina. A la categórica derrota de su fuerza en las elecciones legislativas de medio término, a manos del oficialista Cambiemos, por 41 a 21% a nivel nacional, se sumó el desafuero y detención de su otrora brazo derecho, Julio De Vido, por causas de corrupción que suman cifras siderales.

De Vido fue el todopoderoso ministro de Planificación Federal de los esposos Kirchner, desde la asunción de Néstor, en 2003, hasta la partida del poder de Cristina en 2015. Durante sus 12 años de gestión manejó al menos 145.000 millones de dólares, muchos de los cuales partieron con rumbo desconocido.

Se estima que la corrupción del régimen le costó a la Argentina 10% -60.000 millones de dólares anuales- de crecimiento de su Producto Interno Bruto (PIB), el doble de lo que el gobierno de Mauricio Macri tomó como crédito para cubrir el déficit fiscal de este año.

Lo cierto es que De Vido ostenta una fortuna que no puede explicar y que su caso es tan escandaloso que sus compañeros del Frente para la Victoria, la fuerza que fundaron los Kirchner dentro del peronismo, lo abandonaron a su suerte y permitieron, por acción u omisión, su desafuero el miércoles pasado.

Cambiemos consiguió sumar dos tercios de los votos en la Cámara de Diputados, los necesarios para proceder al desafuero. Al decir del periodista Tato Young, en la sesión de desafuero “el kirchnerismo estalló en mil pedazos”.

El miércoles, De Vido pasó su primera noche en la unidad penitenciaria de Ezeiza. Su detención fue celebrada con movilizaciones y bocinazos callejeros de transeúntes y conductores que se autoconvocaron frente a las puertas de su lujoso edificio aún incrédulos de que el “intocable” de los Kirchner finalmente cayera.

El jueves, tras una nueva comparecencia ante el juez Claudio Bonadío, que le ha abierto varias causas a Cristina, entre otras por traición a la patria, ella aseguró que se trata de “una persecución política” impulsada por Macri. “Conmigo no van a poder”, aseguró ante un enjambre de micrófonos, presumiblemente confiada en que no correrá el infortunio del desafuero tras obtener el domingo 22, pese a su derrota, los fueros de senadora por la provincia de Buenos Aires, donde obtuvo el segundo lugar como principal candidata opositora.

Aunque quedan lejanos los días de 2011 cuando ganó su segunda presidencia con el 54% de los votos, ella parece confiada en que sus fueros de senadora recientemente ganados valgan más que los de De Vido como diputado.

Pero, en los hechos, su situación es mucho más complicada que la de su ex ministro. Cristina enfrenta causas por malversación de fondos, coimas, lavado de dinero y la más grave de todas las acusaciones: traición a la patria, con pena de 30 años de cárcel.

La viuda de Kirchner es sospechosa de haber negociado con el régimen iraní, acusado de ser el autor de los atentados en los noventa contra la Embajada de Israel y la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) que cobraron un centenar de muertes, un plan -que a la postre no se concretó-para que el caso se disolviera en una oscura trama jurídica a cambio de hacer negocios con Teherán.

Peor aún, la justicia investiga si parte de esos negocios consistieron en un acuerdo intermediado por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, con el objetivo de que Argentina proveyera la tecnología que Irán necesitaba para construir artefactos nucleares.

La muerte, hoy caratulada tras dos años de incertidumbre como asesinato, del fiscal Alberto Nisman, sería un daño colateral de esa trama.

Así que las últimas certidumbres de Cristina, después de su derrota y la detención de De Vido, corren el riesgo también de venirse abajo. Un fiscal ha manifestado su propósito de pedir en breve su detención.

Pero el golpe de gracia podría venir de la mano de varios jueces que analizan por estas horas pedir también el desafuero y detención de su hijo Máximo Kirchner, por lavado de dinero.