La página literaria
Emilio CARRERE
I
Apoyada en el vitral
Margarita, la cuitada
pesares de enamorada
canta con voz de cristal.
Y su voz dice la pena
que amarga sus verdes años.
“Tiene los ojos castaños
y dorada la melena.
Suya es esa voz que suena
llorosa, en la lejanía”.
Nada se oía.
Sólo la fuente riente
decía su serenata.
Sólo la risa de plata
de la fuente.
II
La niña en su triste suerte
recuerda la despedida.
Y hasta después de la muerte
“Te amaré toda la vida. . .
Ven, caballero Ideal:
Ven, romero del Amor,
ven a curar mi dolor
con tu mejor madrigal.
Suya es la voz de cristal
que suena en la lejanía”.
Nada se oía.
Sólo en el clave cercano
sonó una nota perdida. . .
Sólo el alma dolorida
del piano.
III
La niña, al amor rendida
sigue sus sueños urdiendo,
Ssigue tejiendo, tejiendo. . .
Y lo que teje es su vida.
“Ya viene mi bien amado
con su melena de oro;
ya escucho el paso sonoro
de su caballero nevado”.
Su corazón la ha burlado.
Nada, allá, en la lejanía
se veía.
La luna fingía una
quimera, en el bosque umbroso.
sólo el rostro milagroso
de la luna.
IV
“Ya estoy aquí, Margarita”,
dijo el pálido enlutado:
“Yo soy el enamorado
que nunca falta a la cita”.
Ya sus mejillas ajadas
tienen tonos sepulcrales,
y sus manos ideales
están mustias y cruzadas.
Suenan lentas campanadas
que lloran en lejanía
una elegía.
No vino el blando romero
de amor, a endulzar su suerte,
sólo llegó el Caballero
de la Muerte.
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