La noticia de perfil
En vísperas de la fiesta de Todos los Santos mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo vino hasta mí para preguntarme quiénes son los santos y que significa cada uno de ellos para el resto de los pecadores, donde seguramente estamos ella y yo… y la mayor parte de los cristianos.
Parecería fácil la respuesta a esa pregunta tan inquietante, pero no es así, aunque a grosso modo los santos son los hombres normales que vivieron de acuerdo con la ley de Dios (y también de los hombres).
Insatisfecha con mi respuesta, me preguntó si había alguna lista en la Iglesia o si existe en las redes sociales una lista completa de santos y otra más voluminosa que contenga apellidos y direcciones de los mortales que hemos cometido algunos pecadillos durante nuestras vidas.
Como nuestra conversación podría conducir a mi discípula periodista a algún error en un asunto tan serio, tuve que recurrir a mi voluminoso texto de Historia de la Iglesia, donde me enteré que existe un Santoral, con los nombres de todos aquellos bienaventurados que están en los altares y otros que ya no caben en las hornacinas de todos los templos de la Cristiandad, aunque por el número de beatificados a lo largo de más de 2.000 años de Historia Eclesiástica, muchos no son conocidos.
De esa manera me atreví a preguntar a la cholita cochabambina si ella pensó alguna vez si el nombre de su admirado Presidente Vitalicio podría estar en la lista de los santos. Con la sinceridad que le caracteriza, mi comadre me respondió que nunca había escuchado hablar de la santidad de ningún beato que se llamará Evo.
Llegados a este punto, aproveché la ocasión para decirle con seriedad que no hay ningún San Evo, ni en los santorales de La Paz ni de Oruro ni de Orinoca ni siquiera del Chapare, donde él dirige desde hace muchos años las siete Confederaciones de la Coca.
No puedo ocultar ante mis lectores que la bambina cochabambina quedó desolada al saber que no existe ni existirá nunca, en el Santoral Católico, San Evo; triste realidad que también me dolió en el alma, pues aún tenía esperanza de que en medio de la afloración de nuevos santos bolivianos podría haber un Evo.
Después de una conversación tan edificante en vísperas del día de Todos los Santos, nos reconciliamos preparando nuestras almas para recibir a nuestros queridos difuntos, entre los que sobresale su recordado marido, que se llamaba Nemesio Racacha.
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