Hogares de menores

Los informes aumentan en sentido de que hay niñez abandonada y, peor todavía, es abusada sexualmente. Un Estado, si tiene concepción clara de sus obligaciones, debe dar preferencia total a niños, enfermos y mujeres maltratadas o abandonadas.

En concreto, se trata de temas sociales de primer orden. Por tanto, los gobiernos deben prestarles la mayor atención y en lo posible resolver estos casos, porque se trata de una parte de la población que confronta situaciones de abandono, en muchos casos de intenso dramatismo.

En el pasado, los siempre desdeñados gobiernos de la oligarquía sostenían el Patronato de Menores para varones y mujeres. Creaban y sostenían hogares comunes apropiados. Hasta los 12 años eran mixtos y a partir de esas edades eran separados en centros de varones y mujeres. En ellos, los sostenían en vivienda, vestuario, alimentación y los respectivos establecimientos de educación.

Aquellos tiempos eran de pobreza extrema del Estado, a pesar de lo cual, los niños y niñas internas, en todas las capitales departamentales, desde que ingresaban a esos hogares recibían vestuario apropiado, buenos dormitorios, debidamente administrados y controlados, una buena alimentación, incluyendo una merienda especial a media mañana.

Además, se elegía espacios urbanos donde pudieran disponer de canchas para deportes e incluso de duchas y piscinas. Cada semana eran objeto de exámenes médicos, para constatar su estado de salud.

En la actualidad, se desconoce que los niños y niñas reciban atención similar. Empero, se tiene algunos indicadores de que no es así, porque ahora los niños pobres y sin hogar deambulan por las calles, mal vestidos y peor alimentados. La educación es extraña para ellos.

Estas realidades son fáciles de constatar, pues más de una vez los medios de comunicación han informado que los niños sin hogar duermen en las casetas telefónicas o en parques donde hay follajes relativamente acogedores, para no padecer de fríos intensos.

Empero, cuando hace mal tiempo, con vientos, lluvias y hasta heladas, la situación para estos seres desafortunados se les torna casi imposible de sobrellevarla.

En vez de tantos viajes internos y externos, de gastos dispendiosos e inclusos de corrupción, lo lógico sería que la administración estatal se ocupe de atender prioritariamente estas situaciones tan penosas.

Se habla de que en el último decenio el Estado administró 60 mil millones de dólares, sin embargo nadie se digna a proporcionar a la población informes sobre los gastos que se realizaron con tan altos ingresos, pese a los cuales siguen habiendo niños y niñas que de día y de noche deambulan por calles y avenidas.

En esta situación de abandono, la peor parte la llevan las jóvenes, porque noche a noche se producen violaciones. Algunos casos salen a la luz pública, pero la mayor parte seguramente queda en la ignorancia, aunque con saldos lamentables. Se trata de seres que quedan maltratados para toda la vida.

Es, pues, tiempo para que este Gobierno, que lleva ya 11 años de permanencia en el poder, se ocupe de esta situación social tan lacerante, pero que resuelva a fondo esta problemática y no todo quede en las fotos de los inicios de alguna obra o proyecto.

Se trataría de un programa de proporciones, ya que no solo tendrá que ser en La Paz, sino en todas las capitales de departamentos y en algunos hasta en provincias importantes, con población crecida.