Una lección de democracia

Hace unos días, en Canal 13 de televisión argentina un grupo de periodistas entrevistó a la joven gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, perteneciente al grupo político gobernante en esa Nación, que en las elecciones parciales de medio mandato recibió un categórico respaldo electoral. A las preguntas de los panelistas, la joven política y madre respondió puntual y acertadamente sobre su labor como cabeza del gobierno de esa importante urbe, demostrando en sus respuestas una conciencia democrática destacable.

La entrevistada afirmó que todas sus acciones a la cabeza de esa gobernación, responden únicamente a la voluntad de los electores que votaron por ella y aun a los que votaron por otros candidatos, pues en ellos se encuentra la voluntad soberana del pueblo y ella ha sido puesta en ese cargo para servir a los electores, por encima de cualquier situación, incluso que pueda estar en desacuerdo con las decisiones de otras instancias de poder, pues por encima de los intereses políticos partidistas, siempre deben estar los intereses de los gobernados.

Precisamente en cuanto a su relación con el presidente en las políticas públicas, sentenció que ella no tiene jefes, pues con el presidente y el grupo gobernante constituyen un equipo de trabajo, y permanentemente están en procura de coincidencias sobre la ejecución de políticas de gobierno.

En cuanto a si buscará la reelección en vista del apoyo electoral que tiene, respondió que: “no vine a quedarme” y “ojalá -luego de su paso por esa situación- aparezca alguien que lo haga mejor que ella”, y en consecuencia todos sus actos responden a los intereses de los ciudadanos y no a buscar la reelección. Prueba de ello ha sido su decisión firme de separar de la policía o gendarmería a más de un centenar individuos.

Hizo también relación con el ejercicio del poder en familia, sin mencionar a la anterior presidenta, esposa del ex presidente Kirchner, pues se debe separar lo familiar con lo político, es decir con el poder, manifestando su inquietud por no poder estar más tiempo con su familia, en especial sus hijos.

El norteamericano de origen japonés Francis Fukuyama sentenció en su libro: “El Fin de la Historia”, que no hay democracia sin demócratas, pues son éstos los que hacen que una sociedad viva en democracia, porque los principios de ésta son claros y vienen desde la antigua Atenas en Grecia, y más aún, se ha enriquecido con el transcurso del tiempo, en especial desde las revoluciones inglesa de 1646, norteamericana de 1776 y francesa de 1789, pero en especial de los filósofos políticos que construyeron con sus ideas el ideal democrático -en tiempos en que gobernaban los monarcas absolutos-, entre ellos Marsilio de Padua, Hobbes y Locke con su estado de naturaleza y contrato social, los enciclopedistas, entre ellos Voltaire, Rousseau, Montesquieu y otros, que dieron lugar a la democracia liberal, es decir un régimen de libertades y derechos.

En estos tiempos todavía quedan en el mundo algunos regímenes autoritarios y dictatoriales, que inspirados en los regímenes de Stalin y Mussoline, se han entornillado en el poder, por encima de la voluntad de sus pueblos, a los que tienen sometidos a una autoridad ilegal e ilegítima por la fuerza represiva de sus regímenes, y como el caso de Venezuela, por sobre los cadáveres de cerca de una centena y media de ciudadanos, la mayoría jóvenes, ante la “complicidad hipócrita” de muchos gobiernos y organismos internacionales. Otros regímenes de corte populista se preparan para quedarse en el poder, pese al contundente pronunciamiento en las urnas de la ciudadanía, pisoteando la voluntad del pueblo expresada en las urnas, o a través de groseros fraudes electorales.

Estamos aún a tiempo de evitar más dictaduras, en especial en esta parte del mundo, con una contundente acción en defensa de los valores democráticos que resumen la libertad humana y sus derechos inalienables, pues no basta sentirse libre, sino que hay que defender esa libertad.

El autor es abogado y politólogo.