Presidente ecuatoriano es contrario a reelección

Desde que inició su gestión como presidente del Ecuador, el señor Lenin Moreno mostró que no seguiría los pasos dados por su antecesor, por considerarlos ajenos a principios fundamentales de legalidad. En programas televisivos y declaraciones a medios de comunicación, hizo saber hace pocos días que es contrario a toda forma de prolongación de cualquier gobierno. Por ello expresó: “la reelección indefinida fomenta el caudillismo y la dictadura disfrazada de democracia”. En el criterio de la mayoría de los países, se ha condenado muchas veces el hecho de que algunos gobernantes vieran por conveniente seguir indefinidamente en el poder de sus países, como Cuba, Venezuela y otros.

Ecuador durante diez años ha vivido una especie de dictadura disfrazada de democracia con el señor Correa, que el señor Moreno, no obstante haber sido vicepresidente, nunca estuvo conforme, porque creyó que la voluntad de los pueblos se la debe respetar y no dar lugar a que los poderes del Estado sean ejercidos solamente por un partido o una persona, así hayan sido elegidos legalmente mediante procesos electorales. Cuba y países de la URSS en su tiempo, dominados por el comunismo, efectivamente han celebrado elecciones para designar a miembros parlamentarios y lo hicieron con base en listas únicas, prescindiendo de la participación de organizaciones ajenas y diferentes al partido imperante. Conforme a los resultados, cuya mayoría siempre fue favorable al candidato oficial, se impuso y decidió prescindir totalmente de los de la oposición “por ser contrarios a los intereses del país”.

La historia de los pueblos, especialmente del Siglo XX, da lecciones muy claras sobre las consecuencias de regímenes reelectos o, mejor dicho, impuestos por quien gobierne, si bien en democracia, por ser fruto de elecciones, ya que sus procedimientos han sido arbitrarios, debido a que hubo imposición de la fuerza y se ignoró la fuerza de la Constitución y las leyes. Esas democracias, forzadas a favor de un candidato y un solo partido, tuvieron la careta de ser democráticas y legales, especialmente para mostrarse ante la comunidad internacional como “fruto de la voluntad popular”.

Gobernantes prorrogados en el poder han demostrado solamente condiciones de caudillismo y jamás de liderazgo y, en esa condición, no han vacilado en adoptar medidas disfrazadas de “disposiciones judiciales” que obliguen a la comunidad a cumplir la voluntad de los caudillos que, por ello mismo, han derivado sus actos a situaciones de corrupción, que han dañado al pueblo y han demostrado estar en condiciones no aptas para la confianza internacional.

El señor Lenin Moreno, presidente ecuatoriano, ha dado muestras, aun en corto tiempo de su gobierno, de que está dispuesto a cumplir con la Constitución y las leyes ecuatorianas, porque solamente así puede conseguir la unidad y el concurso total de su pueblo; es una conducta que muchos países del mundo admiran y querrían para sí mismos.