Bach en concierto

Con cierta demora presento este comentario sobre el brillante concierto de La Sinfonik del pasado 20 de octubre. Cada vez los esfuerzos de directores como Armando Vera, la infatigable Rita Calvo Soux y otros, por obsequiarnos música clásica, son más continuos.

En la fecha indicada, dedicada a los 500 años de la reforma religiosa impulsada por Martín Lutero, La Sinfonik nos regaló dos cantatas de Johann Sebastián Bach, con coros y solistas destacados y la Sinfonía para cuerdas Nº 7 en re menor, de Félix Mendelssohn Bartholdy, todos bajo la magistral dirección de Weimar Arancibia.

El mundo ha producido hombres prominentes que han revolucionado el desarrollo de los pueblos, de manera trascendental en muchos sentidos. Han jalonado al arte, han impulsado la industria y han contribuido al engrandecimiento de los países enormemente. Entre éstos se destacan y son recordados mayormente los grandes guerreros y conquistadores, que han regado de sangre y sufrimiento a pueblos enteros, a quienes, curiosamente, la sociedad los recuerda con más admiración y veneración. Ahí están los grandes capitanes Alejandro Magno, Atila, Gengis Kan, Iván El Terrible, Napoleón, Stalin, Hitler y tantos más, que han sembrado terror, muerte, arrancado lágrimas y luto ¡por millones de personas sacrificadas! Si bien han generado saltos de engrandecimiento en otras áreas, la industria bélica, de transportes, la logística y estrategia, incentivando otras actividades, pero siempre asociadas a guerra, destrucción, miseria y dolor de la humanidad. Empero hay otros grandes que acaso pasan desapercibidos, que han iluminado el pensamiento, elevando el espíritu. En la filosofía, con los griegos, los enciclopedistas, el positivismo y los existencialistas en la era moderna; las grandes construcciones de los romanos; los eximios artistas del Renacimiento; los inventores de la época moderna que nos pasman con tanta tecnología y cibernética, ¡que ya nos anonadan!

Martín Lutero, a quien actualmente no se le da valor alguno, ¿acaso no construyó toda una revolución y sacudimiento en una sociedad de idolatría, fanatismo, corrupción y misticismo que había estancado al mundo durante siglos? El pensamiento de un grande hombre causó tanta transformación espiritual y mental en una sociedad adormecida por la atonía clerical más corrupta e hipócrita. Lo que ha venido después, es el efecto de la acción y pensamiento de un solo hombre para llegar a la sociedad de hoy. Lutero fue, además, un músico de extraordinario talento musical, por lo que habría sido de desear que en el referido concierto se incluyera alguna de sus composiciones, para estar completo el homenaje a tan ilustre personaje.

La cantata es un género difundido en el Siglo XVII, procedía del motete, cuando éste adquirió “estilo dramático dialogado”, que se desarrolló ampliamente en Alemania con carácter litúrgico protestante, que se hizo famoso con Bach.

En la ocasión comentada, las cantatas BWV 61 y BWV 36 de Bach fueron cantadas por las solistas Lucía Flores Chumacero (soprano), Henry Orlando Villca (tenor), José Luis Fernández (bajo), María Belén Siles Pol (soprano), y la contralto Beatriz Méndez Leclere. Debemos resaltar la participación del tenor Henry Orlando Villca de reconocida trayectoria en auditorios importantes de Europa y miembro del Teatro de Ópera de Bremen, que ha dado lustre al concierto; igualmente la delicada y armoniosa voz de Beatriz Méndez así como de las sopranos Flores y Siles, y de los Coros Madrigalista y del Conservatorio Nacional de Música. Fue una velada espléndida de música clásica del más alto nivel.

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