Don Gerónimo Nina llegó al Cementerio General a las 8.00 horas, acompañado de Juanito, una “ñatita” con cientos de años. “Es un chullpa, en mis sueños me lo dicho. Desde esa vez, no hay ni un día que le haga coca y cigarro”, relató el parroquiano que muchos como él cumplieron ayer con el culto a los cráneos humanos.
Cientos de historias tradicionales se cuentan cada 8 de noviembre. “Aquí se vive el ayni, todos los que compartimos esta tradición nos intercambiamos comida, agua y coquita”, dijo Hortencia V., una creyente.
Ramiro Chávez relató que su ñatita tiene 70 años, que fue una herencia de su difunto padre. “La calaquita se llama Jorge, se lo dijo a mi papá en un sueño. Él me contó que encontró el cuerpo entero en el muro de una casa en el centro de la ciudad. Estaba vestido de soldado, seguramente fue un conscripto”, indicó.
“Yo tengo 13 ñatitas. Toditos son familiares míos. Están mi esposo, mi papá y mis tíos. El más antiguo tiene 18 años, quien fue mi marido y el más joven es mi tía que está conmigo un año”, expresó sonriente doña Delia Quispe, quien cada año trae a sus calaveras al cementerio por esta festividad.
REZOS Y OFRENDAS
Al caminar por el cementerio, se pudo observar niños rezadores quienes, a cambio de unas monedas o pan, oraban a viva voz. Asimismo, varias bandas musicales ofrecían sus servicios a los creyentes.
“Nosotros cobramos Bs 50 por 3 canciones. La gente paga no más por sus ñatitas”, aseveró el líder de una banda autóctona, junto a otras 5 personas que caminaban en inmediaciones de la parroquia del camposanto.
Al transcurrir el día, cientos de creyentes entraban al Cementerio General. Primero se acercaban a la capilla, en filas se inclinaban ante la cruz y oraban. Luego, pasaban por dos puertas habilitadas a los costados de la iglesia, donde dos baldes con agua bendita esperaban por las calacas.
Al igual que varios creyentes, Nestor Villanueva devoto de esta práctica andina, argumento que “las ñatitas son portadoras del bien” y que su calavera lo cuidan de enfermedades, por ello cada 8 de noviembre se les debe prestar la mayor atención.
“Una vez han entrado a tres casas los rateros, mi casa estaba en medio y no han entrado. Ellos han cuidado la casa, le tenemos fe”, relató Villanueva.
CIERRE DE VÍAS
Ante la afluencia de personas, la Policía Boliviana decidió cerrar la avenida Baptista, entre las calles, Picada Chaco y Lino Monasterios, a pesar de que el cierre no estaba contemplado con anterioridad. “La vía estaba cerrada por más de 4 horas, nunca se cierra esta calle en esta festividad”, manifestó preocupado el administrador del Cementerio General, el Ariel Conitzer, al notal el incremento de creyentes.
Tras el cierre de esta vía troncal, las inhumaciones fueron retrasadas. Al terminar la tarde, faltaban por enterrar al menos seis personas. “Esto pasó por el trafico al exterior del cementerio y no han podido llegar las cortes fúnebres, esperemos lleguen en el transcurso de lo que falta de la tarde” sostuvo el funcionario edil.
Conitzer también afirmó que ante esta festividad, alrededor de 10.000 personas se aproximaron al Cementerio General.
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