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[Armando Mariaca]

Urgente una amnistía política irrestricta


En once años consecutivos, el país ha esperado que el gobierno decrete una amnistía irrestricta en favor de políticos, que no pensaron ni actuaron como el gobierno y su partido, la amnistía que no es ninguna concesión graciosa sino un derecho que tienen todos los bolivianos dentro del país o que estén en el exilio forzoso o voluntario impelidos por el miedo.

La amnistía es el mejor medio para conciliar sentimientos, pensamientos y criterios; es buscar olvido de posibles ofensas, es enmienda de lo mal que se haya hecho, es concordia con todos los que no estén acordes con las políticas partidistas del régimen. Una amnistía es fuerza de coraje y voluntad por parte de quienes poseen poder político como es el gobierno; es una forma de mostrar que existe disposición y capacidad para olvidar agravios - si los hubo- y para conseguir la unidad de la familia boliviana.

La amnistía es un derecho de las familias que se han visto separadas de sus seres queridos tan sólo por delitos endilgados porque habrían estado en contra o en discordia con la posición de algunas autoridades o con medidas y disposiciones contrarias al sentir nacional. Amnistía es mostrar que la caridad cristiana es una forma de conciliación y entendimiento entre partes en discordia o enfrentadas por ideologías o sentimientos no siempre concordantes.

En muy poco tiempo más se cumplirán doce años de odios, revanchismos y complejos practicados por el partido MAS, cuyos dirigentes prometieron imperio de la democracia, con libertad y justicia; serán dos sexenios en que pudo haberse hecho mucho y se avanzó muy poco porque no hubo la valentía de encarar seriamente, con altura y conciencia de país, todo lo que debía hacerse. Todo ello le hizo y aún le hace mucho daño al gobierno cuando deponiendo tanto antagonismo podría transitarse por caminos de concordia. Que hubo oposición y formas distintas de pensar, es evidente; pero todo ello es parte del juego democrático. No conviene seguir en las trincheras de la división y el encono; al contrario, las condiciones actuales son propicias para el diálogo.

La amnistía general e irrestricta es un bien que se dio en todos los gobiernos del pasado y, para no recorrer mucho, cabe hacerlo con el régimen del MNR que en 12 años también fue duro, arbitrario y hasta tiránico; pero, no obstante ello, dictó amnistía política irrestricta; otro tanto ocurrió con el gobierno del Gral. Banzer que dispuso una amnistía con un espíritu pacifista y conciliador. Todo ello y más podría hacer el Presidente y su partido como prueba de que no hay por qué abrigar temores o miedos a lo que podrían hacer quienes retornen a la patria o recobren su libertad los que están en cárceles o sumidos por el miedo en sus domicilios; todos ellos y sus familiares verían que las declaraciones sobre la fortaleza del gobierno y su dedicación al bienestar del pueblo no habían sido simples palabrerías; que en la práctica de sus políticas también puede haber conciencia de que la paz y la unidad, el amor y la concordia son posibles pese a todas las diferencias y hasta antagonismos.

EL país requiere, tal vez más que nunca, ingresar en períodos de conciliación y armonía; no puede ser que las diferencias y odios tengan tiempo indefinido y resulten una “espada de Damocles” sobre las cabezas de todos los bolivianos; la paz y la tranquilidad, la armonía y la vocación pacifista y conciliadora son posibles porque, al margen de profesar cualquier religión, hay cuestiones de conciencia que obligan a la unidad y al encuentro cordial y digno entre todos los bolivianos y, en extremo grado, entre los que han sufrido tanto en tanto tiempo que, conjuntamente sus familias, merecen pasar una buena Navidad y esperar un nuevo año que podría ser constructivo para todos.

El gobierno, mostrando que es posible armonizar posiciones y crear condiciones para la amistad, el perdón (si es que hay algo que perdonar a quienes piensan diferente) y el avenimiento entre todos los bolivianos. El régimen masista puede cambiar sus posiciones de soberbia y petulancia actuando con caridad cristiana y principios de equidad, justicia, y está obligado a disponer una amnistía irrestricta; no hacerlo querría decir que continúan los temores y los complejos, los odios que separan más y los antagonismos que no dejan paso a la vida y buscan los enfrentamientos bajo la creencia absurda de que todo ello implica consolidación o fortaleza del régimen que ya tiene mucha duración sin una sola amnistía que haya sembrado semillas de entendimiento y cordialidad entre todos.

La paz de Navidad, del recuerdo del nacimiento de Jesús es necesaria para todos sin distinción alguna, incluyendo a quienes, tan sólo por soberbia, dicen: “gracias a Dios soy ateo”. Ellos también merecen ser comprendidos y gozar de la paz navideña.

 
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