Ampliando comentarios descriptivos publicados en medios de prensa, es oportuno ingresar al fondo del fallido intento separatista ocurrido en Cataluña, antiguo principado y región de la península española, episodio que puso en vilo a Europa y preocupó inclusive a Naciones Unidas. Ese intento separatista no se frustró por casualidad o algún designio providencial. Se produjo por causas internas de la realidad española, así como por características de la época por la que atraviesa la humanidad.
Entre las causas principales de esa frustración está, entre otras, su inoportunidad. En efecto, se produjo en circunstancias especiales que vive la sociedad humana, vale decir, por un lado, desconocer la época de la consolidación del sistema de naciones, momento al que se llegó después de grandes acontecimientos y esfuerzos y que es irreversible y, por otro, cuando está en auge y consolidación un nuevo movimiento nacional de gran intensidad para fundar nuevas naciones.
Cuando se fundó Naciones Unidas en 1943, lo hizo con 40 miembros (entre ellos Bolivia) y ahora ese organismo tiene 198 participantes, a los que se incorporarán muchas nacionalidades en proceso de liberación del coloniaje o tienen condiciones particulares para hacerlo.
El proceso de fundación o consolidación de las naciones ya había superado su etapa crucial. Pasaron las etapas de luchas internas para unificar diversos pueblos con ciertas condiciones afines y unirlos en una nación, como en los casos de Alemania, Italia, China y otras.
Al presente, el sistema de congregación de naciones está en su culminación y no puede retroceder. Se trata de una creación innegable de la vida de la sociedad humana en pos de construir su futuro. Oponerse a ese proceso es, por tanto, ir a contrapelo de la realidad, querer destruir una obra milenaria para sustituirla con un “internacionalismo” utópico, producto de la ideología populista traída de los cabellos y que, en últimos tiempos, se ha extendido, pero que fracasará. Por otro lado, los separatistas catalanes intentaron separarse de una nación adulta y consolidada durante siglos y con grandes sacrificios, bastando citar el intento de destruir la nacionalidad española por la invasión de Napoleón.
Hace unos 300 años el mundo fue escenario de grandes movimientos revolucionarios para resolver la cuestión nacional y fundar las naciones. La unificación fue el gran objetivo, como en los casos de Italia, Alemania, Estados Unidos, Rusia y otras nacionalidades que se convirtieron en potencias debido a ese impulso nacionalista.
El nacionalismo se convirtió en la corriente política más poderosa de los últimos tiempos y ponerse contra él es absurdo. El separatismo localista en naciones consolidadas es antihistórico, aunque se lo quiera sustituir por un internacionalismo que también fracasó. Tocar la cuestión nacional resultó la peor arma del populismo.
La época de la fundación y consolidación de naciones está en marcha, en especial en el tercer mundo, donde se soluciona la contradicción principal de nacionalismo o coloniaje y que los separatistas catalanes no tuvieron en cuenta.
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