Una de las novelas que cautivó mi imaginación, aún muy joven, fue Moby Dick; cuyo argumento no es otro que la lucha del capitán Ahab con la ballena blanca que le arrebató una pierna, disgregando de su organismo a un miembro tan importante. Esta monomaníaca búsqueda al pretender ubicar o determinar por el tono blanquecino de la piel a ese descomunal monstruo, a fin de cazarlo y darle muerte, otorga la sal vital -de obsesión y arrebato-, la masa de agua, ya salada por consistencia propia, del extenso mar.
En la profundidad del piélago azul, ¿buscar a un engendro blanquecino? ¡Qué va! Al fin y al cabo la existencia sobre el planeta se traduce en sostener lucha constante, bregar cuasi contra todo(s) y contra nada; pero en este caso la criatura bestial podría significar una brizna en el pajar, o solitaria golondrina, que no hace verano, en el vasto cielo, convirtiendo la persecución en inagotable, desproporcionada, alegórica.
Herman Melville pone todo ello en boca del marinero Ismael, quien al final será el único sobreviviente, y relata la historia paso a paso, ¡quién sabe con qué pretensiones…! El autor razona más o menos así: La locura se apodera de la razón humana cuando ésta desafía a la inteligencia que gobierna nuestro destino y jura vengarse. Ese es el trastorno mental del capitán Ahab: rebelarse contra todo.
Hay mucha simbología en las páginas vibrantes del libro, conforme diseccionaron los críticos a partir de 1851, año en que se editara. El capitán dominado por un caudal de energía y buena dosis de fe en el futuro, que tarde o temprano debiera llegar, aunque muchas veces no se cumpla el propósito, transmite a la humanidad un mensaje de empeño y, sobre todo, constancia que reavivará la imaginación en pos de mejores propósitos. Si existen tales atributos, el orbe dará vueltas y diseminará ondas positivas que irradien paz y armonía a los seres -tan necesitados de aquello- que habitan el planeta.
Moby Dick es una historia plena, cuajada de numerosas digresiones de todo orden, nacida de la guerra fratricida que se cumple en los océanos (peces grandes y medianos que se comen a los pequeños). Una lección al calor de la valentía y redención capaces de elevar el espíritu humano.
El capitán de la vieja historia registra un ascenso de peldaños, para superar nuestras ambiciones y metas, no de la fácil y mezquina venganza, sino de arribar y tocar el cielo con la palma de las manos, en fin, estar en paz consigo mismo. Nada más.
En cuanto al tratamiento del tema que aborda y las significaciones que apareja, ha sido considerada una de las obras cimeras de la literatura norteamericana. Le insufló una nueva tónica de audacia y originalidad, así como de realce del arte imaginativo. La vastedad de los asuntos llevó a un autor a sostener que Moby Dick es un turbulento mar de ideas, de grandes meditaciones acerca de la forma y posición de EEUU respecto a la democracia, el poder, el liderazgo y la era industrial, encerrando un microcosmos de la sociedad americana.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |