Hospital General y plan desaprensivo

Causa enorme preocupación y molestia el anuncio de la Gobernación del departamento de echar abajo la estructura del Hospital de Clínicas de Miraflores para construir tres bloques en sustitución. Todos los países atesoran con celo la conservación de su patrimonio histórico, llamando la atención que las autoridades del Municipio de La Paz permanezcan pasivas y calladas ante esta amenaza atentatoria y ningún asambleísta departamental alce su voz de protesta.

La actual estructura del Hospital de Clínicas (como también se lo conoce) data de 1920 y es obra concebida y ejecutada por el arquitecto paceño Emilio Villanueva, el más célebre que tenemos de la especialidad. Pertenecen a su talento edificios tan importantes como el Palacio Municipal, el ex Banco Central (hoy vicepresidencia), la UMSA, el que fue Estadio La Paz, el Hospital General, etc., sin duda, éste una de las obras más emblemáticas de la ciudad. Su demolición –de llevarse a cabo- será un crimen y significará enorme falta de respeto al legado patrimonial paceño.

Hay consenso sobre que los ambientes e instalaciones del nosocomio resultan desde hace rato reducidos y escasos para el enorme flujo de pacientes no solo de esta ciudad, sino de El Alto, provincias y hasta del interior del país, pero de ahí a cometer el señalado despropósito hay un abismo. Los predios del Hospital están mal utilizados y permanecen ociosos en gran parte, pero si se estima que no es así se debe buscar otros espacios adecuados, respetando la jurisdicción territorial de la ciudad de La Paz. En último caso, se debe conservar el cuerpo del edificio sobre la avenida Saavedra, como en casos similares se hace en nuevas edificaciones privadas.

Es difícil que la Gobernación financie los 750 millones de bolivianos requeridos para los 3 cuerpos y ni siquiera los 280 millones para el sector de emergencias y quirófanos según se plantea, pues la Gobernación sufre las estrecheces de los ridículos 250 millones de bolivianos de su presupuesto anual.

Si por entusiasmo fueran iniciadas las primeras obras, la falta de recursos no tardaría en paralizarlas, mientras tanto la atención a los pacientes ambulatorios e internos conflictuará en extremo a la Gobernación y las protestas arreciarán en su contra. Aun ahora los encargados se quejan de no encontrar cobijo para sus quipos y menos para los pacientes. Esta situación concreta pone de manifiesto la desaprensión de adjudicar a las gobernaciones la estructura, mantenimiento y equipamiento de los hospitales de tercer nivel, no obstante sus escasos recursos, atribución que en todo caso corresponde al Gobierno Central.