Los insultos indirectos

Muchas relaciones familiares que prometían hermandad y camaradería, se ven destruidas por causa de los insultos indirectos.

La comunicación es uno de los elementos de sobrevivencia más importantes y cuando se la utiliza de forma indigna, artera y con negatividad deliberada, produce la ruptura definitiva de la relación.

Los discursos verbales que vamos utilizando a lo largo de nuestro día de vida, son elementos de doble función, sirven para comunicar y también sirven para programar nuestra mente subconsciente, o sea que lo que vamos diciendo, tanto en palabras como en pensamientos, se va transformando en nuestra experiencia y en nuestro destino. “No es lo que entra por la boca lo que contamina el espíritu, sino lo que sale del corazón”, dijo el Maestro en las sagradas escrituras” refiriéndose a los sentimientos que existen y están en nuestro corazón.

Las personas negativas, en general no tienen autoestima y por eso van expulsando insultos directos e indirectos y como no se quieren a sí mismas ni son capaces de admitir dicha situación, expresan su descontento interior con expresiones verbales y no verbales encubiertas, van lastimando e hiriendo a los demás con el veneno contenido en sus almas y en sus corazones, sin darse cuenta de que, con sus insultos directos e indirectos van perdiendo sus relaciones más valiosas y enriquecedoras que la vida les había otorgado.

Las personas positivas no insultan ni necesitan hacerlo, viven dedicadas a su autosuperación y realización plena.

Los insultos directos y los indirectos son verdaderos ataques psíquicos destinados a causar algún daño energético a la víctima, entonces es necesario que aprendamos a detectar y a darnos cuenta en qué momento estamos recibiendo un insulto indirecto; como los insultos indirectos son hechos por personas en general no muy sinceras, solemos no estar preparados y estas personas aprovechan nuestro descuido para lanzar, en el momento en que estamos más desprevenidos, su ataque psíquico que en el plano comunicativo tiene la forma de una agresión verbal y no verbal encubierta y disimulada.

El estado de relajación profunda es ideal para examinar los antecedentes y motivos de dicha situación.

Para que ponga en práctica el ejercicio mental, tome asiento con la columna recta, cierre los ojos, respire profundamente y sepa que está en un trance ligero, ahora proceda a imaginar una habitación, donde pueda verse a sí mismo, cómodamente sentado frente a una pantalla blanca, comience a ver y recordar todas las ocasiones donde la persona negativa comenzó su proceso de agresión encubierta y tome la decisión de solucionar esa desagradable situación; piense unos instantes ahí, dentro de esa habitación mental y una vez que esté listo, póngale fuerza y determinación y repita usted mismo varias veces para que su decisión se convierta en gran determinación y en una poderosa resolución.