Embarazos infantiles en proliferación

Una información anunciada hace pocas semanas por el Ministerio de Salud ha causado verdadero estupor y hasta estremecimiento en el conjunto de la sociedad boliviana. Se trata del embarazo de niñas entre los quince años de edad, hecho de preocupación particular de padres de familia, educadores y autoridades. El dato se hace más doloroso, porque el promedio de esos casos es de diez al día, fenómeno persistente y no tiene visos de detenerse y se observa con más detenimiento el concepto de “wawas con wawas”.

La información específica sobre el elevado número de adolescentes embarazadas duró, sin embargo, un abrir y cerrar de ojos y no se supo más del asunto, quedando flotante el problema y mostrando un cuadro mucho más complejo del que podría esperarse a simple vista. No obstante su gravedad, en general la noticia fue recibida hasta con indiferencia por algunos sectores sociales y no se informó de alguna medida por parte de las autoridades responsables para enfrentar la cuestión.

El problema en sí mismo es de notable significado, pero lo que, en todo caso, se debe buscar por parte del Estado e instituciones privadas son las causas que originan esa situación y evitar a la brevedad posible la extensión de este preocupante asunto, única forma de enfrentar con eficacia casos de esta naturaleza.

Especialistas en cuestiones sociales muestran que esta clase de embarazos constituye un asunto especial. Pero, además de ese enfoque genérico, se hace conocer que esta clase de hechos está relacionado con la violencia sexual y se presenta con frecuencia en el círculo familiar, en especial en entornos de confianza, como ambientes rurales o sectores asilados, donde se confirma el comienzo temprano o muy temprano de la vida sexual de las niñas, en especial por abusos de sus mismos parientes. Otro ambiente donde proliferan casos de esta naturaleza son los colegios y escuelas fiscales mixtos, donde son frecuentes las denuncias de esta clase de asuntos.

El alarmante tema no termina en esos niveles, sino que se profundiza. En efecto, esos abusos originan en las niñas complicaciones en su salud, tales como enfermedades sexuales, incluyendo el temible SIDA (VIH) y otros males venéreos, etc. Se incluye en esos diagnósticos traumas psicológicos y la necesidad de que las madres adolescentes tengan que dedicarse a atenciones familiares y, por tanto, abandonen la educación escolar. No se debe dejar de considerar aspectos relacionados con las dificultades y riesgos que se presentan durante el embarazo, características que inclusive pueden llegar al extremo de la muerte de las niñas.

No se puede dejar de considerar que el embarazo infantil forzoso es generalmente resultado de la violencia sexual, en niñas que apenas cumplen doce o quince años de edad, las mismas que se ven ante la obligación de dar a luz a riesgo de su propia vida o su futura existencia.

Resulta, pues, imprescindible el enfoque oficial y extraoficial de este asunto y, en ese sentido, adoptar una política de prevención del embarazo durante la adolescencia y aun la pubertad y que tanto niñas como niños y adolescentes reciban educación escolar integral para la sexualidad. Una investigación integral sobre la cuestión debe ser realizada por las partes responsables porque no solo se juega el presente, sino el futuro del país.