Durante más de una década, el erario nacional de Chile consideró el pago a miles de policías fantasmas. Sin nombre, sin destinación ni rango. Una sobrepoblación de funcionarios policiales ficticia y que este año llegó a casi siete mil. Por eso, en el Departamento de Remuneraciones “siempre había superávit”, como reconoció un general en retiro.
Un reportaje de El Mostrador denunció que el Estado costeó por años los salarios de 65.085 trabajadores de carabineros, cuando la verdadera dotación es de 58.228 personas, entre civiles y uniformados.
Un atractivo pozo para la mafia al interior de la institución, pero que no habría sido detectado sino hasta ahora, debido a que la dotación de las Fuerzas Armadas y de Orden es, por ley, secreta. Parlamentarios buscan ajustar dicho cuerpo legal, en el entendido de que algo similar puede estar ocurriendo en otras ramas de la Defensa Nacional.