Corregir deficiencias en sistema vial

En fecha 11/10/2017 en una nota publicada en este matutino, nos referimos a la importancia del transporte bimodal (caminos, vías fluviales y ferroviarias) para fortalecer la teoría de la globalización y la competitividad, a la cual Bolivia debe adherirse, gracias a sus diversas potencialidades y no seguir manteniéndose como nación atrasada y dependiente. En otra nota de fecha 14/9/2017 se hizo conocer los caminos en sus tres redes, así como la importancia de su construcción, en unos casos y en otros, su rehabilitación y mantenimiento permanente.

Por ello es importante hacer conocer, en materia de caminos, algunas consideraciones frente a su actual realidad, que demanda adoptar medidas técnico administrativas que superen esta situación para el presente y el futuro.

Los caminos tienen un claro efecto, como instrumentos de vinculación espiritual de una nación y también son un factor determinante de su movilización y crecimiento económico. Lamentablemente en Bolivia esto no es así.

Cada cierto tiempo, cuando se anuncia el acabado de una nueva carretera, surgen observaciones sobre la real o supuesta mala calidad de este tipo de obras. Así se acumula los reclamos de diferentes organizaciones, la prensa e instituciones de profesionales, sobre los defectos de estas obras y sus costos sobrevaluados, más allá de los montos establecidos en los contratos, después de lo cual se pone en evidencia fallas de todo orden, haciéndolas permanentemente intransitables.

Esta es la suerte de casi todas las carreteras que se construye en el país, donde además se percibe fuertes indicios de corrupción, ya que ante altos costos y los sobreprecios posteriores, no hay reacciones oficiales contundentes para penalizar a los responsables, que en muchos casos resultan altos funcionarios o influyentes personajes de las empresas concesionarias.

El origen de estas desventuras está en las licitaciones dirigidas y en las instancias de supervisión técnica, donde casi siempre ronda la corrupción de ejecutivos estatales, los cuales después de haber pactado un monto, al cabo de un tiempo reconocen reajustes que, en muchos casos, superan el 30% de los precios originalmente aceptados. Definitivamente una de las formas de reducir estos daños al componente de la vialidad nacional, es despolitizar los niveles ejecutivos, mediante concurso de méritos, dejando atrás el centralismo político absorbente, con una planificación garantizada desde la óptica de los intereses nacionales. Nada prohíbe adoptar una nueva mecánica en la calificación de postulantes independientes, como idea creativa ejemplar para limpiar una imagen deteriorada que causa la desconfianza de la sociedad civil.

Con carácter urgente, a esta altura de sus actividades, la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC) debe contar con un directorio honorífico, sin retribuciones económicas, cuyos integrantes, por ser defensores de sus distritos, puedan hacer posibles caminos, de acuerdo con las necesidades de las poblaciones. Este Directorio debe contar con un delegado de los transportistas, para que entiendan que los caminos son sus fuentes de ingresos y deben pagar por su uso, para que las vías tengan un adecuado mantenimiento; también estarían representantes del comercio importador y exportador, porque ellos generan riqueza a través de sus actividades comerciales. Un representante del Colegio de Ingenieros puede supervisar los requisitos técnicos de las obras, desde su inicio hasta su conclusión. Un representante de la Contraloría del Estado puede fiscalizar y controlar el gasto público y la ayuda internacional. Un representante de la Gobernación o del Municipio puede estar en los lugares donde sean ejecutadas obras.

Es posible que esta propuesta resulte extraña para muchos que están alejados de la realidad y de los conflictos regionales y sociales que se producen en el país. Pero es parte de hacer un buen gobierno y una buena planificación en materia vial, sin asomo de corrupción y más bien con presencia de capacidad y visión de futuro para bien del país.