La patria de Bolívar y Sucre, Venezuela, no obstante ser un país con gran producción de petróleo y gas y colocarse por ello como una nación rica y con grandes posibilidades de desarrollo y progreso, debido a políticas negativas, muy matizadas por la corrupción del gobierno del presidente Nicolás Maduro, padece una pobreza que resulta increíble para todo el mundo, porque en ninguna mente se concibe que su población esté atravesando por necesidades y pobreza de grandes dimensiones.
Muchos países, Naciones Unidas, Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional conjuntamente muchos organismos internacionales han protestado por las políticas nefastas que lleva a cabo el dictador con apoyo de las Fuerzas Armadas, de la Policía y organizaciones que, por las dádivas del gobierno venezolano, apoyan lo que debe ser rechazado. Apoyar al gobierno de Maduro es, en las actuales circunstancias, algo negativo para todo el pueblo. La carestía de alimentos, medicinas y artículos de primerísima necesidad da lugar a que niños, mujeres, personas mayores y ancianos padezcan sufrimientos de magnitud y, lo más grave, no vislumbren cambios que permitan retornar a tiempos en que había disponibilidad de todo.
¿Cuánto han podido las protestas e incitaciones de Naciones Unidas, Estados Unidos, Europa y organizaciones mundiales para frenar las políticas arbitrarias del gobierno? Se hizo caso omiso de todo y la situación continúa igual y sin esperanzas de encontrar remedios. Maduro y la camarilla que lo secunda, ante las protestas del mundo entero, alega “intromisión en asuntos que competen solamente a los venezolanos”; una posición que es contraria a la verdad que rige en el país y que es determinante para una pobreza y dependencia cada vez mayor.
Bajo el principio democrático de que “cada país debe gobernarse conforme a lo que establecen su Constitución y sus leyes”, nadie se atreve ni siquiera a sugerir que todo se cambie y solo las condenas y protestas buscan cambios que el régimen no pondrá en práctica y el pueblo seguirá en los caminos de pobreza y necesidades imposibles de remediar. La verdad es que la imposición de un socialismo retrógrado que impuso el Sr. Hugo Chávez y que siguió Nicolás Maduro, han colocado al país en situación grave porque la inflación, la pobreza, la persecución por parte del gobierno y la ignorancia de la institucionalidad son algunos de los factores que imposibilitan pensar siquiera en cambios a corto plazo; al contrario, conforme pasa el tiempo, parece que todo tiende a agravarse.
Venezuela, país rico y digno, que en su momento alcanzó altos índices de desarrollo y progreso, no merece sufrir como ahora y la comunidad internacional tendrá que convencer, como sea y cuanto más pronto se pueda, al dictador Maduro para que actúe conforme a normas honradas y de servicio a su país; de otro modo, se corre el peligro de que se produzca una guerra civil de imprevisibles consecuencias porque el pueblo, en su mayoría, se encuentra muy sufrido y cansado del caos imperante.
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