Israel Camacho Monje
Es la pregunta que se hace el ciudadano boliviano, que no alcanza a comprender la actitud de protección de la identidad de los delincuentes en general, que asumen policías, fiscales y jueces, porque una vez aprehendidos los autores y presentados éstos públicamente ante los medios de comunicación, lo primero que hacen policías es permitir que los mismos, con el afán de no ser fotografiados y filmados, agachen sus cabezas o bien acomoden sus sombreros hasta cubrir sus ojos, o sus gorras, chompas, frazadas, pedazos de tela cualquiera, o simplemente ocultarse con las solapas de sus sacos.
De esa manera evitan que sus rostros sean identificados por ciudadanos, quienes de inmediato podrían acudir a sentar sus denuncias en sentido de que son los mismos que les han robado a ellos también, y ser descubiertos como peligrosos reincidentes, previa revisión de sus frondosos prontuarios delictivos. Hubo casos en los que se ha podido comprobar que con mucha anterioridad ya habían sido sentenciados a penas carcelarias y, por lo tanto, deberían estar cumpliendo su condena, ya sea en la cárcel de San Pedro de la ciudad de La Paz o de Palmasola de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Pero vaya sorpresa que se llevan los policías al comprobar que esos delincuentes están fuera de la cárcel. Y éstos no tienen empacho al responder que ellos han salido en libertad por el buen comportamiento que han demostrado en el corto tiempo que habían permanecido dentro de dichas cárceles.
Y vaya sorpresa, cuando los fiscales que atienden esos casos efectivamente confirman el buen y hasta excelente comportamiento, razón por la cual su autoridad había decidido beneficiarlos con la libertad, supuestamente pensando que se rehabilitarían. Es decir ignorando las determinaciones de los jueces que los condenaron en sujeción estricta a la leyes, a lo claramente señalado en los artículos de los códigos Civil y Penal, en actual vigencia.
Llama la atención que fiscales y jueces, en audiencias públicas, donde cualquier persona puede ingresar y con mayor razón los medios de comunicación, curiosamente hacen de dichas audiencias un misterio, porque en primer lugar, no se sabe a qué hora ha hecho su ingreso el fiscal o juez, así como el principal inculpado.
En segundo lugar, los secretarios solo permiten el ingreso de un familiar y su abogado defensor, a ambas partes en disputa. Y si por algún motivo, algún extraño a ambas partes, ha logrado entrar al interior del juzgado, de inmediato es sacado a empujones por los secretarios y los policías de turno. Misterio que no se aclarará jamás para saber cómo ha terminado dicha audiencia, porque curiosa y sorprendentemente, una vez cerrados por fuera los juzgados, los únicos que salen son los secretarios y policías, quienes abandonan de inmediato los juzgados. Y como es lógico, surge la pregunta: ¿por dónde salieron el fiscal, el juez, y en algunas ocasiones las partes en disputa?
Y el ciudadano también se pregunta: ¿Nuestra justicia será tan clara y transparente como dicen que es? ¿Qué lástima, verdad?
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