Almirante (sp) Jorge Botello Monje
“¡Esto parece Bolivia!, exclamó con un asco infinito. Su semblante era revelador: parecía estar a un instante de regurgitar”. Eso relata, parece con satisfacción, un arequipeño que atribuye el comentario a su tía y que, con cierta condescendencia, dice adherirse a la teoría de que su “ciudad blanca” no es conocida así por los blancos que la fundaron, sino por el material de construcción de sus edificaciones.
Tal vez con el mismo complejo de “blanquiñidad”, la asquienta tía diría “Ay qué asco, cenizas de judíos” o habría “regurgitado” de encontrarse con Mandela; ni qué decir si, por algún extraño fenómeno, se viese cara a cara con el Inca cusqueño Mayta Qhapaq. Seguramente entre ruido de vómitos y arcadas, dejaría escapar, mezclado con restos de jamón inglés y escargots de Bourgogne, algo así como: “indios, ¡qué asco! ‘Me desvomito’. Esta palabrita la escuché en los jardines de Palermo, de boca de un vendedor de helados que respondió nuestra pregunta sobre “Isabelita”, entonces presidenta argentina, con: “esa atorrante, me desvomito”.
“Hordas de migrantes” (…sobre todo de Puno y Cusco) dice. Y nos sorprendemos de las expresiones del inefable presidente estadounidense; al menos nadie comentó que sus dichos los emita entre estertores de asco. En eso parece mejor que algunos arequipeños. Esos como Mazeyra Guillén que escribe este tipo de linduras, y por supuesto describe a la asquienta de “su tía”.
Me pregunto: esa supuesta “dama” vomitona o “regurgitona”, ¿no sentía asco de sí misma? Porque creo que alguien que vomita o siente asco al ver seres humanos diferentes a sí, debía asquearse consigo mismo por su intolerancia y suma de complejos. Arequipa, “ciudad blanca por los blancos asentados...”, en todo caso si eran racistas, como algunos actuales, debieron ser muy estúpidos para asentarse donde había una numerosa colonia de gentes parecidas a las “hordas” de cusqueños y puneños que les asquean. Recordemos que estas “hordas” poblaron la región desde mucho antes y fueron quechuas, muy parecidos a los cusqueños actuales, quieres fundaron Arequipa, al decir de algunos, a la voz del Inca de “¡ari!, quepay”.
La BBC publicó en “Hay Festival Arequipa” el 8 noviembre 2017, la descripción realizada por el nombrado dizque escritor, desconocido para mí que sé muy poco de literatura, pero mi pobre entendimiento no se explica cómo se publica estos escritos destinados a insultar a “los otros”. Solo para satisfacer un complejo de superioridad, nacido de un sentimiento de inferioridad que hace que el apocado, perdón, la tía apocada, busque confundirse con gente a la que considera superior, por la propia baja autoestima. Esas personas se consideran tan poco merecedoras que, para sentirse mejor, tratan de identificarse con un colectivo al que consideran mejor.
¡Qué pena por cusqueños y puneños! Los bolivianos hace mucho estamos mestizados. Nos indignan los racistas, pero toleramos a los acomplejados y sus frustraciones.
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