Entre espionaje, “infidencia” y cortesía

En estos días han colmado las expectativas del público en general las presuntas reuniones “conspirativas” del ex presidente Carlos Mesa con el encargado de negocios de Estados Unidos, Peter Brennan, en el domicilio del primero. Ambos personajes han desmentido esa versión difundida de primera mano por el propio Evo Morales, presidente del Estado, en sentido de que se trataba de presentar a los nuevos personeros de la embajada y de mera cortesía. Brennan concluye su misión en diciembre próximo.

La insistencia del Gobierno sobre que el objeto del encuentro no fue otro que conspirar contra una eventual permanencia del Jefe de Estado al frente del Órgano Ejecutivo, se originaría en una “infidencia” de uno de los 4 estadounidenses presentes, afirmación peligrosa y desconcertante. Mesa denunció de inmediato que es espiado y que se trata de una mala práctica en perjuicio de la ciudadanía.

No hay duda de que rodea al Gobierno una fuerte susceptibilidad acerca de su estabilidad y continuidad. No pueden alarmar de ningún modo las acciones que cumple un diplomático cuando entabla relaciones con distintas personas, instituciones o grupos del país receptor, acciones que no pueden limitarse al Gobierno como se ha insinuado. La historia de la diplomacia así lo evidencia desde el remoto Egipto y Grecia. Menos aún los agentes acreditados deben recabar la autorización de la Cancillería para tomar variados contactos, porque ello sería interferir la acción del país acreditado.

A su vez desde la presidencia se cuestiona que el ex presidente Mesa y Vocero de la Causa Marítima, estaba obligado a recabar permiso de la Cancillería para entrevistarse con Brennan o con cualquier otro par diplomático y que por tal omisión debe revelar lo tratado en esa ocasión, en vista de su condición de dependiente del Estado. Ya se hecho notar que el vigente Estatuto del Servidor Público establece que para considerarse funcionario del Estado se requiere dos requisitos: 1. Percibir un sueldo de la entidad correspondiente y 2. Que exista relación de dependencia. El Vocero no percibe remuneración y como Vocero cumple una labor de buena voluntad a favor del país, luego no tiene obligación de obtener licencias o de rendir informes de sus actos al Ministerio de Relaciones Exteriores.

La preocupación en este caso es que exista un sistema de espionaje o escuchas a ciertas personalidades o a sospechosos de conspiración, sea mediante instalaciones en los propios domicilios o alrededores. La tecnología da para ello y para mucho más. De ser así retornaríamos a sistemas policiacos. En el caso concreto estaríamos ante violación del domicilio y de la intimidad personal, garantizados por la Constitución Política, a menos que se contara con providencia de juez competente. Resulta impropio e inamistoso, asimismo, precipitarse a prevenir al nuevo Encargado de Negocios que de incurrir en “conspiración” tropezará con “la horma de su zapato”.