De la desaceleración a la crisis económica

La economía del país se encuentra en un punto de inflexión en el cual o bien se mantiene el actual nivel de actividad de desaceleración o bien evoluciona a una situación de crisis con características particulares.

Es innegable que la desaceleración de la economía, reconocida inclusive por autoridades, se mantiene debido a diversas causales positivas, entre ellas que todavía existen reservas internacionales que impiden cambiar la política monetaria y, al mismo tiempo, existe un margen para obtener más deuda externa y, en esa forma, poder financiar el déficit fiscal a corto plazo.

Sin embargo, ese estado de cosas es precario a mediano plazo por diversos factores, entre los que destacan dos: el primero, que se mantiene en crecimiento el déficit fiscal (el peor en los últimos diez años) y, segundo, si se paraliza o cae aún más el déficit comercial, aspectos que derivarían en dificultades para el Estado y, por consiguiente, la obligación de aplicar medidas correctivas.

No obstante, manteniéndose un déficit de balanza comercial y paralelamente un tipo de cambio nominal, inevitablemente se tendrá que acudir a las reservas internacionales o sea a las reservas ya en descenso. Además, de otro lado, si persistiera el déficit comercial y se mantuviese la presión sobre la expansión del crédito interno, podría llegar el momento en que el tipo de cambio bajo en expansión solo será posible acudiendo a las reservas, vale decir su reducción continua. Por tanto, si persisten esos factores se hará inevitable la acentuación de la presión para una devaluación, ya fuese por vía de shock y no por la de cuenta gotas, naturalmente, producto de demanda de dólares.

Se puede afirmar que el gobierno tiene pocas intenciones para controlar o reducir el déficit fiscal, confiado en sus planes de inversión para así frenar la desaceleración de la economía y, al mismo tiempo, está preocupado por campañas electorales, cuyo significado es hacer más gastos y hasta despilfarro que aumentan el déficit fiscal.

Por tanto, ante ese dilema, el gobierno seguramente preferirá caerle a la población con nuevos impuestos, lo cual contribuiría a afectar al sector privado que está sufriendo notables dificultades por el actual tipo de cambio que le afecta en forma aguda para su competitividad externa. Por esta política la producción se verá gravemente afectada.

No es menos preocupante la situación de los bancos que encaran problemas de liquidez y problemas para cumplir objetivos de colocación de crédito productivo. Ya se ha constatado que los bancos han reducido su capacidad productiva vía depósitos y que, en caso de disminuir, deberán buscar fuentes financieras alternativas, en particular los bancos chicos. Por esa suma de aspectos, la economía nacional podría pasar del decrecimiento a la crisis.