Más de cien obras de Julio González, entre dibujos y esculturas, y casi cincuenta de Pablo Picasso ilustran la primera muestra que se realiza sobre la colaboración entre ambos artistas españoles y otros escultores de vanguardia que se puede visitar desde ayer en La Haya.
Bastaron cuatro años, entre 1928 y 1932, para que el desarrollo artístico tanto de Picasso como de González quedara marcado por este episodio único de trabajo conjunto, unos años que el Gemeentemuseum de La Haya ha querido desgranar en la exposición “González, Picasso y amigos”.
Una muestra que ha sido posible gracias a la participación del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid y del IVAM de Valencia, entre otros.
“La idea de realizar una exposición sobre la obra de Julio González surgió hace tres años”, explicó a Efe Benno Tempel, el director del Gemeentemuseum.
“Y mientras le íbamos dando forma, era recurrente la influencia que Picasso y otros, como Constantin Brancusi o Pablo Gargallo, tuvieron en su trabajo, por lo que nos pareció muy apropiado enfocarla desde esta colaboración entre artistas”, indicó.
Si bien Pablo Picasso y Constantin Brancusi son artistas reconocidos para el público holandés, Julio González sigue siendo un desconocido para la mayoría, a pesar de “ser uno de los grandes del siglo XX, un gran artista que realmente cambió la manera en la que consideramos la escultura hoy en día”, detalló Tempel.
La muestra recorre la evolución artística del escultor catalán desde que emigró a París en 1900 hasta su muerte en 1942: desde sus trabajos como orfebre artesano, elaborando piezas de joyería que su hermana vendía en su tienda de modas, hasta su transformación en artista de vanguardia.
El relato de la exposición comienza cuando, a finales de los años veinte, Picasso acudió a González, quien en ese momento colaboraba en el estudio de Brancusi en París, para pedirle consejo sobre cómo trabajar el metal.
“Siempre se ha creído que en esta colaboración González era el que trabajaba para Picasso, pero investigaciones posteriores desvelan que no fue así, que ambos aprendieron el uno del otro”, relató a Efe Laura Stamps, la comisaria de la muestra.
Señaló que, “partiendo de esta idea, nuestra intención es hacer ver que un artista nunca está solo en su torre de cristal, sino que necesita dialogar con otros como él para crear algo innovador”.
A la influencia de compañeros coetáneos se suma la que ejerce la realidad que vive el artista, algo muy presente en el hilo argumental de la muestra, en el que la Guerra Civil española ocupa un papel protagonista.
“Sus obras en torno a la Virgen de Montserrat son tan poderosas que van más allá de la figura misma: González la representa como una campesina sufriente, un trabajo icónico que refleja lo que sienten las personas que sufren la angustia del exilio, también hoy en día” indicó Tempel.
La muestra completa el relato histórico con un fragmento del documental de Luis Buñuel “Las Hurdes: tierra sin pan” y varios carteles de la propaganda republicana de 1937, llamando a la población de Madrid a abandonar la ciudad ante la toma de ésta por el ejército franquista. (EFE)
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