Son enemigos confesos. Arabia Saudita e Irán no dudan en hacer públicos sus desacuerdos. Han sido rivales durante mucho tiempo, pero últimamente las cosas han ido de mal en peor.
CONFLICTO RELIGIOSO
Cada uno de ellos sigue una de las dos ramas principales en el islam: Irán es en gran medida musulmán chiita, mientras que Arabia Saudita se ve a sí misma como la principal potencia musulmana sunita.
Este cisma religioso se refleja en el mapa más amplio de Medio Oriente, donde otros países tienen mayorías sunita o chiita, algunos de los cuales miran hacia Irán o Arabia Saudita en busca de apoyo o guía.
Históricamente Arabia Saudita, una monarquía y hogar del lugar de nacimiento del islam, se veía a sí mismo como el líder del mundo musulmán.
Sin embargo, esto fue cuestionado en 1979 por la Revolución Islámica en Irán que creó un nuevo tipo de Estado en la región, una especie de teocracia, que tenía un objetivo explícito de exportar este modelo más allá de sus propias fronteras.
PRIMAVERA ÁRABE
En los últimos 15 años en particular, las diferencias se han agudizado por una serie de eventos.
La invasión de Irak en 2003 liderada por Estados Unidos derrocó a Saddam Hussein, un árabe sunita que había sido un importante adversario iraní. Esto eliminó un contrapeso militar crucial a la influencia iraní en Irak, que ha aumentado desde entonces.
Luego, los levantamientos en el mundo árabe causaron inestabilidad política en toda la región. Irán y Arabia Saudita explotaron estos trastornos para expandir su influencia, especialmente en Siria, Bahréin y Yemen, aumentando aún más los recelos mutuos.
Según el corresponsal de asuntos diplomáticos de la BBC, Jonathan Marcus, los críticos de Irán aseguran que Teherán tiene la intención de establecerse a sí mismo o sus representantes en toda la región como líderes regionales y lograr el control de un corredor terrestre que se extiende desde este país hasta el Mediterráneo.
CONTEXTO POLÍTICO
Ambos países están enfrascados en una feroz lucha por el dominio regional.
De acuerdo con Marcus, la rivalidad estratégica en los últimos tiempos se está caldeando debido a que Irán, de varias formas, está ganando la lucha regional.
En Siria, el apoyo iraní (y ruso) hacia el presidente Bashar al Asad logró derrotar casi por completo a los grupos rebeldes que apoya Arabia Saudita.
Arabia Saudita intenta desesperadamente de contener el aumento de la influencia iraní y la temeridad militar del joven e impulsivo príncipe heredero Mohammed bin Salman, exacerba las tensiones regionales.
La gigantesca purga de Mohammed bin Salman, el príncipe de 32 años que se consolida como el hombre más influyente de Arabia Saudita
El príncipe conduce una guerra contra los rebeldes de su vecino, Yemen, en parte para sofocar lo que se percibe como influencia iraní allí. Pero después de casi tres años, la guerra se está convirtiendo en una costosa apuesta.
Mientras tanto, en Líbano, muchos observadores creen que los sauditas presionaron al primer ministro Saad Hariri a renunciar para desestabilizar al país donde el aliado iraní, el grupo militante chiita, Hezbolá, conduce un poderoso bloque político y controla a una enorme fuerza armada.
INTERESES DE GRANDES POTENCIAS
También hay intereses externos involucrados. Arabia Saudita ha recibido gradualmente el apoyo del gobierno de Donald Trump, mientras que Israel, que considera a Irán una amenaza mortal, también apoya el esfuerzo saudita para contener a Teherán.
El Estado judío teme la intrusión de los combatientes proiraníes en Siria, que se están acercando cada vez más a sus fronteras.
Israel y Arabia Saudita, de hecho, fueron los dos países que se opusieron con más resolución al acuerdo internacional de 2015 que limitó el programa nuclear de Irán.
Insistieron en que éste no iba lo suficientemente lejos para reducir las posibilidades de Teherán de obtener una bomba.
LUCHA GEOESTRATÉGICA REGIONAL
Pero en el conflicto de Irán y Arabia Saudita también se juega el dominio geoestratégico de otros países del área. Y es que el mapa de influencias de Medio Oriente refleja la división chiita-sunita.
En las filas prosaudíes están otros actores sunitas: Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Bahréin, Egipto y Jordania.
Hacia el lado iraní está el gobierno de Siria, apoyado fuertemente por Teherán, y donde los grupos de milicias chiitas iraníes, incluido Hezbolá, con sede en Líbano, han desempeñado un papel destacado en la lucha contra grupos rebeldes predominantemente sunitas.
El gobierno iraquí, dominado por los chiitas también es un aliado cercano de Irán, aunque, paradójicamente, también mantiene una estrecha relación con Washington, de quien ha dependido para obtener ayuda en la lucha contra el autodenominado Estado islámico.
TENSIONES IDEOLÓGICAS
El conflicto entre Arabia Saudita e Irán es, en muchos sentidos, un equivalente regional de la Guerra Fría, que enfrentó a Estados Unidos contra la Unión Soviética.
Irán y Arabia Saudita no luchan directamente, pero están involucrados en una variedad de guerras de poder en la región.
Arabia Saudita afirma que interceptó y destruyó un misil balístico lanzado por rebeldes hutí de Yemen
Siria es un ejemplo obvio mientras que Arabia Saudita ha acusado a Irán de suministrar misiles balísticos disparados en territorio saudita por el movimiento rebelde chiita hutí en Yemen, un incidente que intensificó la guerra de palabras entre los dos países.
Pero después de haberse atascado en Yemen y verse prácticamente derrotado en Siria, Arabia Saudita parece tener su ojo puesto en el Líbano como el próximo campo de batalla de poder. (BBC)
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