Por: José E. Pradel B.
El episodio de la contramarcha de Camarones, es uno de los momentos más polémicos de la participación boliviana en la Guerra del Pacífico. Con la toma militar de Pisagua el 2 de noviembre de 1879, las tropas chilenas establecieron una brecha entre el Ejército Aliado Peruano-Boliviano del Norte y del Sud, y cortaron las comunicaciones de los mismos. Anoticiado de este resultado el general Mariano Ignacio Prado, Director Supremo de la Guerra, llamó al general Daza que se encontraba en Tacna y luego conformó un Consejo de Guerra. En este hemiciclo al que concurrieron varios jefes bolivianos y peruanos, se formularon varios planes de operaciones, de los cuales fueron dos los significativos: “uno auspiciado por un jefe boliviano que consistía en retirar todo el Ejército de Tarapacá acercándose a la cordillera y haciendo una curva reunir los ejércitos en Arica y emprender recién la ofensiva contra el enemigo buscando la decisión en una sola gran batalla. El otro proyecto consistía en avanzar convergentemente ambos ejércitos sobre el enemigo para tomarlo entre dos fuegos, es decir entre el Ejército del sud o de Buendía y el Ejército de Tacna o de Da- za” 2. El primer plan fue rechazado por el citado Director que prefirió el segundo.
El 8 de noviembre de 1879 el general Daza juntó a las tropas aliadas partieron de Tacna, hacia Arica. Sobre este momento José Vicente Ochoa narró: “hoy hemos salido de Tacna sobre Arica en cuatro trenes expresos en los que va el Estado Mayor y 2,350 hombres distribuidos en los batallones Daza y Sucre, los tres de la división de Cochabamba, el cuerpo de ametralladoras y 100 jóvenes de la legión Boliviana” 3. Llenas de entusiasmo las milicias bolivianas que durante 7 meses estuvieron acantonadas en Tacna, fueron movilizadas.
El 11 de noviembre, las citadas huestes salieron de Arica hacia Chaca. Luego desde este lugar se dirigieron a la quebrada de Camarones, donde por falta de agua y alimentos se resolvió el descanso.
Fue en este contexto que se desarrolló el citado momento polémico. Según Ochoa, el mismo día que llegó el general Daza el 14 de noviembre, escribió al Director Supremo de la Guerra: “los obstáculos con que se ha tropezado para seguir adelante” 4, e informó: “es pensamiento unánime de nuestros jefes, no avanzar más” 5, sobre este segundo mensaje añadió que no fue cierto porque no se les pidió opinión formal.
Otra versión publicada por el general Daza, en el folleto intitulado “Manifiesto del general Don Hilarión Daza á sus conciudadanos”, puntualizó: “El día 15 por la mañana, estando en el corredor de mi alojamiento esperando el parte de diana, para ver cómo había pernoctado el ejército y saber las novedades que jamás deja de haber en una marcha, se presentó el señor Coronel Eliodoro Camacho, el que después del saludo de costumbre y con la confianza con que siempre lo he tratado, me dijo:
Anoche no quise venir a molestarlo porque le suponía muy fatigado del camino y acomodo del ejército; por eso he venido ahora temprano.
¿Qué hay Coronel?, le dije:
Todos los Jefes, por miedo, nada han querido decirle; pero, han ido a mi alojamiento para que yo se lo diga a Ud. que el ejército no sube esa cuesta, y señaló con la mano hacia la parte sur por donde sigue el camino de Camarones a Chiza.
¿Y por qué? Seguramente por la escasez de agua y de víveres que se ha notado en el camino, pues, aquí mismo tenemos hasta qué comer” 6.
Testimonio diferente fue narrado por el general Eliodoro Camacho, quien en el folleto intitulado ‘Manifiesto del coronel Eliodoro Camacho sobre el acto del 27 de diciembre de 1879’, detalló: “el único responsable de ella es el General Daza; aunque él asegure que fué influido por muchos Jefes de su círculo… cuando nos persuadimos de la resolución que tenía el General Daza de no llevar el ejército adelante, opinamos varios Jefes, desde el principio hasta el fin del consejo de guerra que tuvo lugar el 15, que ‘la órden de avanzar o de contramarchar el ejército desde Camarones, el General en Jefe debía darla de Pozo Almonte, donde él iría conmigo y dos edecanes’.
Sin embargo, ni esa tarde ni a la madrugada del siguiente día emprendió marcha el General Daza. A las 9 a. m. del 15 me llamó a la oficina telegráfica don-de me presentó un parte del General Prado en que le decía más o menos estas palabras: ‘Viendo que no puede U. pasar adelante con su ejército, el consejo de guerra que anoche convoqué ha resuelto que el General Buendía ataque mañana al enemigo: siendo por tanto no solo peligrosa sino innecesaria la marcha de U. al sud’.
Entónces supe que léjos de decir a Arica en el día anterior, lo últimamente acordado, el General Daza se había escusado únicamente con la ‘imposibilidad de pasar adelante’. Así se explica la respuesta del General Prado” 7. En otro texto, Camacho registro que el general Daza telegrafió al Director Prado: “Desierto abruma; ejército se niega a pasar adelante” 8. La opinión contemporánea, atribuyó al Dr. José Rosendo Gutiérrez, Secretario General de Daza, la autoría del citado telegrama y él asumió la responsabilidad.
Una vez que se anunció la orden de contramarchar se presentaron ante el general Daza “el batallón Colorados i le dijo estas palabras, que son gráficas i que revelan su profundo i ardiente patriotismo: ‘Señor, ¿Cómo vamos a contramarchar al frente del enemigo sin haber vengado a nuestros hermanos de Pisagua?’–‘Nó, contestó el jeneral Daza, van ustedes a sucumbir en el desierto, i yo los quiero como a mis hijos para consentir en ese sacrificio estéril’–‘Pero señor, replicaron los soldados, morirá, pues, la mitad, pero siempre queda la otra mitad para pelear’–‘No hijos, insistió Daza, el Director de la guerra nos llama a defender el Morro de Sama, que va a ser atacado por los chilenos’. Al oír esto, -‘al Moro de Sama’, gritaron los soldados con frenético entusiasmo, y se prepararon para contramarchar” 9, describió el benemérito Juan Jose Pérez.
El 16 de noviembre, en la tarde las milicias bolivianas retrocedieron hacia Arica. Sobre ello el citado Ochoa narró: “la verdad es que esta vergonzosa retirada estuvo ya resuelta y se le ha querido justificar con un Consejo de Guerra cuyas opiniones se sabía de antemano, que no iban á ser acatadas” 10. Por otro lado, el general Daza, se quedó acompañado con cuatro ayudantes, el cirujano mayor y un piquete de la Legión Boliviana.
Documentos de la época nos señalan que “que en todas partes fueron recibidos los dispersos con desdén y repulsión” 11.
En consecuencia, “Camarones trajo la dispersión de San Francisco; Camarones causó el desprestigio de nuestras armas ante los ojos del chileno; Camarones produjo la desconfianza del Peruano; Cama-rones nos puso en vergüenza ante el mundo entero; Camarones arrancó un prolongado gemido á nuestra patria; Camarones exhibió la ineptitud del General Daza en toda su trasparencia; Camarones influyó de un modo poderoso, y acaso decisivo, en el éxito final de toda la campaña” 12.
En 1889, el Obispo de La Paz, Miguel de los Santos Toborga publicó el folleto: ‘Para la Historia. Correspondencia cambiada con el Sr. Eliodoro Camacho sobre la traición de Camarones’, es una pieza esencial de la historiografía de la época que demuestra que la culpa de la contramarcha de Camarones no fue precisamente una iniciativa del general Hilarión Daza, sino de otros, entre los cuales incluye principalmente al general Eliodoro Camacho.
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