En Bolivia se está produciendo una casi imperceptible transformación social, que tendría que ser prevista desde el Gobierno, tomando las medidas que la situación plantee o requiera.
Desde la reforma agraria, en 1992, la situación social en el campo repercute, a su vez, en cambios de significación económica, principalmente. Los trabajadores agrícolas están dejando la actividad productiva que cumplían desde sus ancestros, con el propósito de alcanzar mejores condiciones de vida en las ciudades.
De ello se desprende que la producción de alimentos, como la papa, por ejemplo, se ha reducido considerablemente en el Altiplano. Cuando existían las haciendas de propiedad privada, la producción era alta, de manera que el mercado nacional estaba cubierto abundantemente y con precios bajos.
En la actualidad, se la importa y también se interna de contrabando la papa de países vecinos, esencialmente del Perú, con lo que su costo se halla en constante elevación.
Este fenómeno se produce porque los campesinos están abandonando sus lugares de origen y, por tanto, han dejado de ocuparse de la producción de alimentos, tanto en el Altiplano como en los valles.
La situación varía en el Oriente del país, en especial en Santa Cruz. Se está mecanizando las actividades agrícolas, por lo que es mucho menor su requerimiento en obra de mano, al mismo tiempo, su producción masiva cubre la demanda local e incluso, al presente, es la región que provee el 70 por ciento de los alimentos de consumo del país.
La movilidad social que se está registrando, del campo a las áreas urbanas, genera un mayor desequilibrio socioeconómico. Los campesinos que emigran pasan a constituirse, por un período inicial, cuyo lapso no está determinado, en las masas pobres, hasta tanto aprendan oficios o modalidades de trabajo que demandan las poblaciones urbanas.
Esta realidad, que no se la puede modificar a capricho o por ciertas conveniencias, tendría que merecer la atención de los organismos públicos. Para el efecto, se tiene ministerios que deberían atender tales situaciones, por su importancia social, básicamente, pero también por las motivaciones económicas que derivan de los cambios que se registran.
Sin tomar las previsiones del caso, como organizar previamente las condiciones económicas y laborales del campo, incluyendo la instalación de talleres mecánicos y la provisión permanente de combustibles, en años recientes se distribuyó, sin orden ni concierto, tractores en una y otra región.
Como no se adoptó esas previsiones orgánicas, los tractores a estas horas están convertidos en chatarra inservible. Sin embargo, con esta experiencia se puede retomar la aplicación del mismo programa, en consideración a que el campo continuará requiriendo ser atendido en todos estos aspectos.
No se lo puede abandonar por razones sociales y económicas, aparte de que si se hace planes de crecimiento, su producción siempre tendrá acogida e incluso mejoría en sus ingresos.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |