Cuando el Movimiento Al Socialismo asumió, encabezado por el Sr. Evo Morales, el gobierno del país, y conforme a las declaraciones y propósitos pregonados, se pensó que habría la intención de “cambios” en base a la unidad, buscando rectificar todo lo malo que hubiese pasado en el país y teniendo como base la comprensión y apoyo del pueblo; pero, lo lamentable ha sido que los pasos encaminados a conseguir hechos positivos, se extraviaron y se dio lugar a la presencia de sentimientos negativos en muchos sentidos.
Los sentimientos de odio, rencor, discriminación y muchos complejos, han mostrado una especie de intención de revanchismos y venganzas por “un pasado de 500 años que, se dijo, estaría colmado de errores que hayan dado lugar a la discriminación de los grupos nativos del país”. Esa difusión de rencores se ha ido incrementando y, como una especie de consigna, se ha diseminado por todo lado, pero sin que permitan diferenciar el pasado de 500 años con lo que ocurrió en muchísimas décadas que, desde la independencia y libertad alcanzadas el año 1825, han vivido en este territorio generaciones constructivas de bolivianos; habitantes que han logrado lo que el país es hoy; que han conseguido avanzar conforme a las posibilidades y, sobre todo, generaciones que han amado y honrado al país.
Creer y sentir que todo el pasado es malo, frustrante, decepcionante y contrario a “conductas de encuentro y amistad” que se quería, no es justo ni honesto; es contrario a toda realidad, a toda intención de unidad que debe concretarse entre todos con sentimientos que alberguen los corazones y las mentes con deseos de mejorar todo lo bueno, corregir lo malo ocurrido y tener el propósito de ser mejores en el futuro, superarnos sin discriminaciones odiosas, sin rencores y odios que lastiman, sin resentimientos y complejos que hagan víctimas propicias a todos como si fuesen culpables de lo malo pasado.
En poco más de un mes, habremos empezado un nuevo año que implicará cumplir doce años en que hubo propuesta de cambios que nunca se cumplieron porque, se comprueba una vez más que el poder anquilosa, fortalece los yerros y cierra los túneles que conducen a la luz; doce años que pudieron ser muy fructíferos para el país y fueron lo contrario; pero, lo más grave, doce años en que se extrañó siquiera una amnistía política irrestricta como prueba de que los odios pueden menguar y llegar a ser comprensión y propósitos para encarar todos juntos lo que vaya a venir y que puede ser venturoso si es que se hace propósito firme y honesto de que sea constructivo y consciente de que todos sin distinción alguna somos hijos de la misma patria; que las diferencias y discriminaciones no corresponden; que es justo y necesario que los bolivianos exiliados, presos, enjuiciados sin pruebas ni cargos de ninguna clase, pero son víctimas del odio y el rencor pueden y deben recuperar su derecho de volver al país, de tener libertades y derechos que nadie, por poderosos que se crean, pueden arrebatarles indefinidamente; en fin, el inicio de un tiempo de paz y concordia en que las diferencias se las arregle y entendamos que podemos vivir como lo que somos, componentes de un país que espera que sus hijos tengan conciencia de bien común.
El gobierno, pese a los sentimientos adversos que tenga contra muchos de los que no están de acuerdo con él y su partido, que estén discordantes con lo que se hace; que esperan, con pleno derecho y libertad, que la Constitución y las leyes tengan plena vigencia; que, finalmente, deba respetarse los resultados del referéndum del 21 de febrero que niegan la posibilidad de una nueva postulación para prorrogarse indefinidamente en el poder, y, finalmente, se tome conciencia de verdades que conforman la realidad.
Estamos en vísperas de la Navidad, recuerdo del nacimiento de Jesús, el Salvador, que proclamó paz y amor como medios de vida y sean causa de unidad y renuncia a todo sentimiento mezquino y portador de división y rencores; un tiempo navideño que debe ser precursor de unidad, paz y concordia entre todos. Tomar conciencia de lo que somos, creemos y esperamos debe ser causa de vida, motivo de esperanza y, sobre todo, práctica de caridad y entendimiento. Un tiempo de crear las condiciones de unidad familiar para todos los que tienen derecho de volver al terruño patrio, de vivir libres y sin temores que llenen de espinos los caminos de amor y entendimiento para alcanzar conjuntamente lo que anhelamos.
Una amnistía plena creará para el propio gobierno y su partido las condiciones de paz y concordia; tranquilidad y augurios de buenas esperanzas asumiendo propósitos de superar todo lo negativo y creer que Dios sabrá ayudar a despejar lo que divide y evita la unidad y adopción de acuerdos con miras a superar las divisiones causantes de anarquía, corrupción y caos que tanto daño han causado.
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