La noticia de perfil
Al tener conocimiento de que se construyó una réplica de Belén en plena plaza Murillo, con reminiscencias de la casa de Evo en Orinoca, no pude menos que fastidiarme por tal irreverencia, llamando inmediatamente a mi oficina periodística a quien consideré cómplice de tal adefesio cargado de mal gusto o exceso de yunquerío, acudiendo mi discípula a tratar de explicarme que ella nada tenía que ver con semejante disparate y que todo fue obra de los funcionarios palaciegos de alto rango que creen que el Presidente Vitalicio es un semi dios por el hecho de haberlos convertido en seres poderosos, habiendo sido antes unos buscapegas afiliados al masismo, cuyo único mérito fue haber sido dirigente de un movimiento social o pariente de algún líder sindical avecindado en la zona del Chapare.
Sin embargo no fui indulgente con la cochabambina, advirtiéndole que una cosa es la lealtad a un líder político y otra cosa muy distinta es endiosarlo hasta hacerle creer que es un elegido de Dios y que merece poseer un Belén propio en la puerta del Palacio, un Belén que ha sido construido buscando similitudes con su casa en Orinoca, población que hoy muestra una construcción enorme, donde se expone todos los trofeos futbolísticos del mandatario que ha recorrido las canchas de todo el mundo, sin olvidar a Wembley o el Maracaná.
¿Cuántas manifestaciones más de “yunquerío” vamos a tener que aguantar los bolivianos luego de la declarada “perennidad” de su mandato conseguida a través de su Tribunal Constitucional Plurinacional…?
Según me cuentan los organizadores de los festejos de Navidad en la plaza Murillo, la idea de los áulicos es que los sencillos pobladores paceños que discurren por los alrededores de la plaza asocien mentalmente que Evo Morales no sólo ha venido a salvar Bolivia, sino también a salvar a la humanidad, como lo hiciera el niño Jesús nacido en un portal de Belén.
Después de conocer la noticia y la descripción del tinglado que los palaciegos armaron junto a la Sede de Gobierno, no quedan muchas dudas de que Dios se parece a Evo, no sólo por su origen humilde sino por su presencia simultánea en el Chapare, en Santa Cruz, en Brasilia y próximamente en Europa.
Para reconciliarse conmigo, Macacha me invitó a visitar con ella todo el arreglo navideño de nuestra Plaza de Armas, hoy convertida en la sede de un ser que se cree divino y merece ser idolatrado.
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