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[Severo Cruz]

Algo para meditar


“Recordar, es vivir”, señala el dicho popular. Tuvimos, en este contexto, excelentes amigos chilenos, entre gobernantes, empresarios, trabajadores e intelectuales, que, en la medida de sus posibilidades, buscaron los medios más adecuados, para solidarizarse con nuestra causa marítima.

No estamos escribiendo de memoria sino con la asistencia de la verdad histórica que se refleja en las publicaciones de prensa de diversas épocas.

“Que Arica sea declarado puerto libre como solución para Bolivia”, se reiteró, en este marco, a fines de la década del 30, del siglo pasado, en la campaña de prensa chilena, que movilizó a conocidos periódicos, como El Mercurio (1). Fue interesante e histórico el planteamiento contraído entonces por esa instancia empresarial. Que sepamos un hecho de esta naturaleza no volvió a repetirse.

Y líneas más abajo sostenía: “la situación planteada en dicha forma no resolverá la mediterraneidad de Bolivia. La solución sería puerto propio para Bolivia”.

Cuando se menciona “puerto propio para Bolivia”, se da a entender, quiérase o no, que Bolivia debería gozar de una salida libre, útil y soberana, al Pacífico. Se refería, indudablemente, a la restitución de su cualidad marítima.

Un “puerto propio” que le hubiera permitido a Bolivia superar el cruel enclaustramiento y paralelamente alcanzar mayor fluidez en el rubro de la exportación e importación. Acelerar, asimismo, el desarrollo nacional. En esa búsqueda está empeñado el país y en esa perspectiva ha recurrido, inclusive, ante la justicia internacional.

La campaña de prensa chilena, consciente de la realidad histórica, se pronunció libremente o sea sin presión interna ni externa. Quiso que la justicia se imponga en este conflicto de interés continental. Con ello quiso que la amistad boliviano – chilena resurja, remozada y refortificada, por el bien común. Y que el “puerto propio para Bolivia” signifique el inicio de un nuevo tiempo para ambos países.

En 1939, cuando se cumplió la campaña de prensa chilena, gobernaba el país vecino Pedro Aguirre Cerda. Y Bolivia estuvo al mando de Carlos Quintanilla.

“De esta manera se considera que la cuestión portuaria de nuestro país estaría resuelta desde el momento en que Bolivia gozaría de toda suerte de prerrogativas”, se comentó entonces.

“Se conseguiría además –agrega- finiquitar el asunto portuario, que sigue siendo para muchos políticos, la bandera de combate de más arraigo en el pueblo” (2).

Pero, desgraciadamente, estos buenos propósitos por diversos motivos no llegaron a cumplirse. Siendo, por lo tanto, un fiasco. Una decepción para quienes siempre han anhelado recuperar la salida al Pacífico.

En suma: he ahí algo histórico para reflexionar.

(1).- EL DIARIO, La Paz - Bolivia, 4 de noviembre de 1939.

(2).- Ídem

 
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