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Del 10 al 17 de diciembre de 1830

Los últimos días de Bolívar

Testamento de Simón Bolívar


(Parte sustancial)

Bolívar llegó en el bergantín Manuel a Santa Marta en estado de postración la noche del 1 de diciembre de 1830, tras una penosa travesía por el río Magdalena des-de Bogotá y a pesar del buen clima y las atenciones recibidas, su salud empeoró a los pocos días, teniendo algunos momentos de lucidez que le permitieron dictar su testamento y su última proclama, clamando porque su muerte por lo menos permitiera la reconciliación entre sus compatriotas, la desaparición de las ambiciones políticas y lo más importante, salvar la unidad de la Gran Colombia.

Días antes, también había escrito una carta de despedida a ese gran amor parisino que a pesar de la enorme distancia mantuvo con Fanny de Villars, una carta que significó un hermoso poema de amor.

TESTAMENTO DEL LIBERTADOR, HACIENDA DE SAN PEDRO, SANTA MARTA, 10 DE DICIEMBRE DE 1830

En nombre de Dios Todopoderoso. Amén. Yo, Simón Bolívar, Libertador de la República de Colombia, natural de la ciudad de Caracas en el Departamento de Venezuela, hijo legítimo de los señores Juan Vicente Bolívar y María Concep-ción Palacios, difuntos, vecinos que fueron de dicha ciudad, hallándome gravemente enfermo, pero en mi entero y cabal juicio, memoria y entendimiento natural, creyendo y confesando como firmemente creo y confieso el alto y soberano misterio de la Beatísima y San-tísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios que cree, predica y enseña nuestra Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir hasta la muerte, como católico fiel cristiano, para estar prevenido cuando la mía me llegue con disposición testamental, bajo la invocación divina, hago, otorgo y ordeno mi testamento en la forma siguiente:

1. Primeramente encomiendo mi alma a Dios nuestro Señor que de la nada la crió, y el cuerpo a la tierra de que fue formado, dejando a disposición de mis albaceas el funeral y entierro, y el pago de las mandas que sean necesarias para obras pías, y estén prevenidas por el gobierno.

2. Declaro: fui casado legalmente con la Sra. Teresa Toro, difunta, en cuyo matrimonio no tu-vimos hijo alguno.

3. Declaro: que cuando contrajimos matrimonio, me referida esposa, no introdujo a él ninguna dote, ni otros bienes, y yo introduje todo cuanto heredé de mis padres.

4. Declaro: que no poseo otros bienes más que las tierras y minas de Aroa, situadas en la Pro-vincia de Carabobo, y unas alhajas que constan en el inventario que debe hallarse entre mis pa-peles, las cuales existen en poder del Sr. Juan de Francisco Martín, vecino de Cartagena.

5. Declaro: que solamente soy deudor de cantidad de pesos a los señores Juan de Francisco Martín y Poules y Compañía, y prevengo a mis albaceas que estén y pasen por las cuentas que dichos señores presenten y las satisfagan de mis bienes.

6. Es mi voluntad: que la medalla que me presentó el Congreso de Bolivia a nombre de aquel pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba del verdadero afecto, que aún en mis últimos momentos conservo a aquella República.

7. Es mi voluntad: que las dos obras que me regaló mi amigo el Sr. Gral. Wilson, y que pertenecieron antes a la biblioteca de Napo-león tituladas “El Contrato Social” de Rousse-au y “El Arte Militar” de Montecuculi, se entreguen a la Universidad de Caracas.

8. Es mi voluntad: que de mis bienes se le den a mi fiel mayordomo José Palacios la cantidad de ocho mil pesos, en renumeración a su constantes servicios.

9. Ordeno que los papeles que se hallan en poder del Sr. Pavageau, se quemen.

10. Es mi voluntad: que después de mi fallecimiento, mis restos sean depositados en la ciudad de Caracas, mi país natal.

11. Mando a mis albaceas que la espada que me regaló el Gran Mariscal de Ayacucho, se devuelva a su viuda para que la conserve, como una prueba de amor que siempre he profesado al expresado Gran Mariscal.

12. Mando a mis albaceas se den las gracias al Sr. Gral. Roberto Wilson por el buen comportamiento de su hijo el Coronel Belford Wilson, que tan fielmente me ha acompañado hasta los últimos momentos de mi vida.

13. Para cumplir y pagar este mi testamento y el contenido, nombro por mis albaceas testamentarios, fideicomisarios, tenedores de bienes, a los Srs. Gral. Pedro Briceño Mén-dez, Juan de Francisco Martín, Dr. Joé Var-gas, y el Gral. Laurencio Silva, para que de mancomún et in solidum entre ellos, los beneficien y vendan en almoneda o fuera de ella, aunque sea pasado el año fatal de albaceazgo pues yo les prorrogo el demás tiempo que necesiten, con libre franca, y general administración.

14. Y cumplido y pagado este mi testamento y lo en él contenido, instruyo y nombro por mis únicos y universales herederos en el remanente de todos mis bienes, deudas, derechos y acciones, futuras sucesiones en el que haya sucedido y suceder pudiere, a mis hermanas María Anto-nia y Juana Bolívar, y a los hijos de mi finado hermano Juan Vicente Bolívar, a saber, Juan, Felicia y Fernando Bolívar, con prevención de que mis bienes deberían dividirse en tres partes, las dos para mis dichas hermanas, y la otra par-te para los referidos hijos de mi indicado hermano Juan Vicente, para que lo hayan, y disfruten con la bendición de Dios.

Y revoco, anulo, y doy por de ningún valor ni efecto otros testamentos, codicilos, poderes y memorias que antes de este haya otorgado por escrito, de palabra o en otra forma para que no prueben ni hagan fe en juicio, ni fuera de el, sal-vo el que presente ahora otorgo como mi última y deliberada voluntad, o en aquella vía y forma que mas halla lugar en derecho. En cuyo testimonio así lo otorgo en esta hacienda San Pedro Alejandrino de la comprensión de la ciudad de Santa Marta a diez de diciembre de 1830.

Ante mí, José Catalino Noguera, Escribano público.

CARTEGENA, 14 DE DICIEMBRE DE 1830.

Su excelencia Gran Mariscal Andrés de Santa Cruz, Presidente de Bolivia.

Mi estimado Presidente y amigo:

El General Braun me asegura que todo marcha bien bajo la autoridad de usted y que Bolivia está en calma. Doy a usted enhorabuena por tan bello prodigio, el que espero que dure hasta tanto como la presidencia de usted.

Reciba usted las expresiones respetuosas de mi amistad y consideración. Bolívar. Mil cariños de mi parte para mi Bolivia.

LOS ÚLTIMOS INSTANTES DEL LIBERTADOR

Santa Marta, 17 de diciembre de 1830.

En este día Bolívar entra en agonía, ya no habla, sino de modo confuso, su respiración ese hace dificultosa y a la una de la tarde fallece a causa de una enfermedad pulmonar que degeneró en una tisis tuberculosa, en San Pedro de Alejandrino, a la edad de 47 años, en Santa Marta en la casa de su amigo español Joaquín Mier; Próspero Reverende, el médico de Bolívar, quien lo atendió en las instantes finales de su vida, refiere que al amortajar al héroe notó que su camisa estaba rota, el dueño de San Pedro Alejandrino sacó unas camisas nuevas para amortajarlo.

Más tarde, Manuelita, la mujer que acompañó a Bolívar en todas sus campañas libertadoras, decía: “Amé al Libertador, muerto lo venero”.

Bolívar había cumplido su maravilloso destino de dar la libertad a cinco países de nuestra América y fue el Primer Presidente de Bolivia, su “Hija Predilecta”.

 
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