No han sido pocas las ocasiones a lo largo de la historia en las que las convicciones de una persona le han costado la vida. Sin embargo, pocas de ellas han sido tan llamativas como la del pequeño Pancracio.
Un niño de apenas 14 años que, mostrando auténtica resolución por sus creencias, prefirió que le cortaran la cabeza en el año 304, a renunciar al cristianismo, una religión por entonces mal vista en Roma.
Aquella decisión le valió el título de Santo y ha hecho que, en la actualidad, recurran a él todos aquellos que quieren dejar a un lado su pobreza y los que buscan fortuna.