El domingo pasado ganó la gente, el pueblo del que tanto se engolosina el Gobierno. Los “hermanos y hermanas” dijeron que no estaban dispuestos a elegir magistrados previamente designados por la Asamblea masista, aunque sabían que los perdedores en la elección serían, igualmente, convertidos en togados, y mantendrían esta justicia deplorable y sumisa a los fines políticos, cuando S.E. intente la proeza (censurable) de ser presidente de la República por cuarta vez consecutiva. Inaudito engolosinamiento para este hombre humilde que el 2006 no sabía dónde estaba parado, que no sabía ni con qué países limitaba Bolivia, y que se hizo simpático porque decían que era el primer sufrido indígena que había llegado al poder en un país de abusivos y racistas como el nuestro.
Si en las elecciones judiciales del 2011 la suma de los votos nulos y blancos estuvo por encima del 50% y ahora por bastante más del 60%, queda a la vista que, diga lo que diga el Gobierno, su situación es incómoda por no decir preocupante. Está claro que S.E. ha quemado todos sus cartuchos para mantener su hegemonía por la vía pseudo-democrática, llegando a “emporquerizar” al TC para que prostituya la Constitución y que ahora va a recurrir a otras armas cada vez menos democráticas. Sólo basta con recordar lo que S.E. llamó el “golpe de estado” del 2008, que derivó en persecuciones, encarcelamientos y en las ejecuciones extrajudiciales del hotel Las Américas. Cuando tiene algún tropiezo grave S.E. recurre a la fábula del “golpe de estado” para reprimir.
Ahora ha aparecido en Santa Cruz y en toda Bolivia un factor que si bien nunca fue pasivo tampoco tuvo una presencia contundente: son las mujeres y las juventudes. En las últimas jornadas hemos recordado a las mujeres cruceñas de los años de la lucha por las regalías o aquellas que se movilizaron las veces que nuestra región se vio amenazada. Las madres, esposas, hijas, hermanas, novias, han aparecido en estos últimos tiempos, junto a jóvenes decididos, y han demostrado que si la fuerza de los varones no es suficiente para poner en su lugar a los atropelladores, ahí están ellas. Pero, además, a través del boca a boca o de las redes sociales, se están congregando orgánicamente, formando verdaderos movimientos femeninos (no feministas) como es el caso de las Kuña Mbarete, que tienen una figura muy clara de lo que sucede en el país y de los peligros fácticos que se ciernen sobre toda Bolivia.
Las mujeres -madres y esposas sobre todo- perciben perfectamente los peligros, seguramente que con mayor intuición que los hombres. Se dan cuenta de cuándo la familia está en serio riesgo y ese es el momento en que no permanecen pasivas en sus hogares esperando la catástrofe. Se ve en todo el país una creciente participación femenina que protesta contra las burlas y acciones atrabiliarias que están cometiendo los masistas. Saben que para recuperar una democracia que está sentenciada a muerte es necesaria la participación de todos y que ellas no pueden ni deben estar al margen de la política. Esto sin necesidad de sumarse a partidos políticos ni tener que pedirle permiso a nadie. Ahora sí que S.E. debe tener cuidado, porque ha colmado la paciencia de la gente con sus marrullerías.
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