Silala y todo en frontera, está en observación

El ministro de la Presidencia y exsecretario general de la Dirección Estratégica de los Manantiales del Silala y todos los recursos hídricos en frontera con Chile, René Martínez, aseguró en Potosí que todo lo que está en la frontera con el vecino país, además de las aguas de los manantiales del Silala, no puede utilizarse.

La autoridad, quien fue a la ciudad de Potosí para entregar equipos confiscados al contrabando, al tener contacto con medios de la Villa Imperial, se refirió a la demanda que Chile puso contra Bolivia por el uso de las aguas dulces del Silala, según informó el periódico El Potosí.

Martínez aseguró que Bolivia no puede utilizar libremente las aguas del Silala, debido a la demanda interpuesta por Chile ante la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, Holanda.

“Estamos en juicio, eso nos limita hacer el uso de esas aguas hasta que no se dirima el carácter jurídico y sobre todo la pertenencia, una vez que tengamos todo aquello en los resultados de la sentencia, estaremos sentando soberanía de nuestras aguas”, señaló Martínez.

“Reitero, todo lo que está en frontera está en observación, está en discusión, está en debate, pero proyectos que puedan estar en toda esa cuenca anterior a la frontera, si son los de beneficio y que tienen que desarrollarse mediante políticas que corresponden a las instancias subnacionales, en este caso, a las gobernaciones, pero específicamente de las aguas del Silala, están en contención jurídica y una vez que se resuelva el estatus jurídico de estas aguas podremos sentar soberanía sobre las mismas, sentar soberanía implica también hacer uso de este recurso”, manifestó Martínez.

DEFENSA

Martínez estimó que en el primer trimestre de la próxima gestión, la demanda que planteó Bolivia por una salida marítima entrará a su fase oral y, en paralelo, con la demanda chilena por las aguas del Silala.

“Hay un equipo fusionado que tiene tres componentes básicos; un equipo nacional de juristas, un equipo internacional de juristas en derecho internacional y un equipo multidisciplinario”, dijo Martínez ,refiriéndose a profesionales expertos en temas hídricos que tiene Bolivia para defender sus derechos marítimos.

EL DIARIO Y BAZOBERRY

“Con EL DIARIO, Decano de la Prensa Nacional, fuimos al terreno de los bofedales del Silala el año 1996 y comprobamos que no es un río, como pretende hacer ver Chile”, afirmó a este medio el autor del libro “El mito del Silala” y experto en el estudio de la hidrografía boliviana, Antonio Bazoberry Quiroga, en abril de 2016.

Con su libro en mano, como prueba de su testimonio y la memoria como clara referencia de su investigación, Bazoberry volvió 20 años atrás cuando esta casa periodística denunció el desvío ilegal de las aguas del Silala.

“Ese fue el principal motivo para que realice esta investigación” cuenta el experto: “Conocer y constatar en el lugar la denuncia de EL DIARIO y, efectivamente, el hecho se había consumado muchos años antes, con desconocimiento de los distintos gobiernos nacionales de esa época”.

“Fuimos al terreno, pero cinco años antes, ya conocía el lugar, entonces vimos y comprobamos de que no había posibilidad de que en ese sector exista un río. Solamente constatamos que era la oportunidad de Chile de apoderarse y adueñarse de los recursos naturales de Bolivia”, expuso Bazoberry.

Para llegar al cantón Quetena, donde se encuentran las aguas del Silala, debe atravesarse un largo trayecto en automotor; son por lo menos cuatro horas a máxima velocidad, desde la población de San Cristóbal.

Entre otros detalles, Bazoberry aseguró también que, de acuerdo a estudios hidrográficos, no existe registro de una cuenca hidrográfica en la región del Quetena, es más, en gran parte de la región, antes de llegar a los bofedales, pueden apreciarse extensas planicies ocupadas por grandes rocas con formas curiosas, recursos naturales que con el transcurso de los años fueron bautizados con nombres como “El árbol de piedra”, o “El cóndor de piedra”, porque son figuras que se asemejan a seres petrificados y que se quedaron como silenciosos guardianes del seco y árido lugar.