Aunque es una realidad indiscutible que toda inversión destinada al desarrollo y progreso de los pueblos debe tener como consecuencia el mejorar la calidad de vida de la población, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional emitieron, en la Cumbre sobre Capital Humano, un documento sobre la calidad de vida de las personas.
Innegablemente, para los países del Cuarto y Tercer Mundo la posición de ambos organismos, dependientes de Naciones Unidas, es importante, puesto que el gran objetivo de vencer a la pobreza extrema debe ser con miras a mejorar la calidad de vida de países que se encuentran en malas condiciones en lo referente a salud, educación, vivienda, alimentación y otros beneficios o derechos básicos.
Para los países pobres y subdesarrollados el agravamiento de la pobreza en los últimos diez años se hace cada vez más profundo debido al aumento de la población, a la proliferación de conflictos, a la no disponibilidad de medios financieros para la adquisición de alimentos y a la ausencia de inversiones de capitales financieros, tecnológicos y humanos que ayuden a estos países a crear las propias condiciones para resolver sus problemas.
Generalmente ocurre que los organismos internacionales, al unísono con los países que disponen de dinero para destinarlo a programas solidarios con los pobres, lo que destinan en medios financieros lo hacen en forma directa a los gobiernos, aunque, en muchos casos, éstos derivan esos dineros a la compra de armas, a pertrechar más a sus ejércitos y hasta distribuir cupos alimenticios entre las tropas que atienden los conflictos; esto, forzosamente, determina que toda la solidaridad hacia los pobres no tenga los resultados esperados.
Para los países pobres que se encuentran en conflictos tribales o enfrentamientos entre pueblos y naciones, no sirven los programas fijados en los propios presupuestos y menos con lo que llega del exterior, debido a que todo se altera por efecto de los conflictos que hacen variar sustancialmente los proyectos originales. Muchas veces, esos países inmersos en conflictos han solicitado que los programas solidarios para luchar contra la pobreza sean dirigidos directamente a los afectados, por la no tenencia de medios para vivir; que el campo de salud sea atendido directamente con la creación de hospitales y provisión de medicamentos y vituallas. Es que, de otro modo, se corre el riesgo de que las ayudas sean aprovechadas para lo que no quieren los pueblos, los conflictos armados. Es decir que se pide que los recursos de apoyo solidario no sean derivados a objetivos diferentes a los que motivaron las ayudas.
Mientras el mundo pobre y subdesarrollado esté librado a su suerte y dependa de la soberbia y petulancia de quienes hacen de las guerras sus objetivos supremos, no cambiarán sus índices de pobreza y dependencia; esta es realidad difícil de comprender para quienes poseen todo y no entienden la situación de los que nada tienen y necesitan mucho.
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