Los regímenes democráticos se caracterizan por practicar y dar al pueblo el goce de sus libertades democráticas en la mayor proporción posible, de tal forma que desarrolle su inteligencia, su sentido de progreso, su espíritu, su cultura, sus fuerzas productivas, etc. En caso contrario, gobiernos autoritarios estarán frenando el desarrollo de su población y sometiéndola a la esclavitud estatal, procedimiento que en todos los tiempos y en todos los gobiernos del mundo, terminó en absoluto fracaso.
Sin embargo, la experiencia política de los pueblos del mundo no quedó indiferente a esos recortes a las libertades democráticas y, generalizando, con sus conocimientos sacó la conclusión de que cuando algunos gobiernos más cierran los caminos de la libertad, mayor es el atraso, miseria y rebelión. Es más, esa conclusión se sintetizó en la sentencia: “Más libertad, menos gobierno”, conceptos que no quedaron en palabras, sino que fueron conquistados en los hechos o las vías electorales.
En décadas recientes, el pueblo boliviano ha venido siendo avasallado en sus libertades democráticas y gobiernos de una u otra naturaleza se empeñaron en recortar las conquistas económicas, políticas y espirituales difícilmente conseguidas. Es más, algunos de esos gobiernos, por vías de hecho o de derecho, llegaron a las dictaduras con el fin de garantizar su ilegítima existencia, y aprovechando del goce ilimitado de los poderes del Estado, dictaron una serie de leyes e inclusive hicieron reformas a la Constitución. Es más, no vacilaron en utilizar los recursos de la fuerza para producir baños de sangre en las masas populares.
A propósito, en tiempos recientes algunos regímenes no dejaron de caer en la tentación de buscar el dominio absoluto del Estado sobre todas las formas de vida de los pueblos, con la peregrina creencia de que su fórmula de gobernar sería el bálsamo maravilloso que conduce a las masas al paraíso y la felicidad infinitas.
En efecto, se dictó numerosas leyes y se creó instituciones de presión recortando las libertades democráticas populares y nacionales y esterilizando, en esa forma, la iniciativa privada. Es más, para culminar esa represión política y legal (tal el caso de las medidas contra el sector profesional de los médicos), se creó gran cantidad de nuevos delitos penales y se abrió las cárceles para que alojen a personas con alguna independencia, se recurrió a la represión policial callejera, al temor subterráneo, a las presiones psicológicas y, en síntesis, a formas de intimidación estatal que recortan o anulan las libertades democráticas y niegan toda iniciativa popular que es causa del desarrollo social. En pocas palabras, el dominio estatal eliminó las libertades democráticas y de ahí, como reacción, surgió la fórmula: “Menos gobierno, más libertad”.
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