Los bolivianos celebraron ayer el solsticio de verano austral con ritos ancestrales para agradecer a las deidades andinas por los bienes recibidos y pedir que haya alimento en abundancia en los próximos meses.
La Cancillería de Bolivia, junto a un grupo de “amautas” o sabios aimaras, organizó en La Paz la “Ceremonia de la Illa y la Ispalla”, las semillas o “fuentes de vida” animal, vegetal y mineral, a las que se evoca “para que nada falte en nuestras vidas”, explicó a Efe la “yatichiri” o profesora Cecilia Pinedo.
“El solsticio de verano es el día más largo del año, el día es más largo y la noche es más corta. Por lo tanto, la energía femenina se expresa con mayor fuerza, con mayor plenitud. Las culturas ancestrales en este momento especial agradecemos por todo lo que tenemos”, señaló Pinedo.
Según la tradición, los primeros frutos de la siembra que comenzó el 21 de septiembre no se comen, sino que se exponen hoy al sol para “agradecer a la vida por el alimento que nos proporciona”, a la vez que se pide “que la semilla se siga reproduciendo y así también que en nuestras vidas nada falte”, agregó.
Pinedo indicó que las culturas ancestrales realizan rituales desde siempre en los solsticios y equinoccios “porque son días muy particulares”, ya que la energía que se genera en esas jornadas no se repite en ningún otro momento del año.
En la ceremonia, realizada en medio de sones autóctonos, los “amautas” prepararon un altar con una ofrenda que fue entregada a la “Pachamama” o Madre Tierra en presencia de los embajadores de Rusia, Vladimir Ivanovich, y de Ecuador, Ricardo Ulcuango, además de representantes de la legación china en La Paz y otros invitados.
También repartieron a los asistentes unas pequeñas bolsas llamadas “huacaichitas” que contienen “semillas de abundancia, de prosperidad, que no dejan que llegue la enfermedad o la mala suerte a nuestras vidas”, explicó Pinedo, que es esposa del canciller boliviano, Fernando Huanacuni.
Huanacuni ha defendido que la tradicional festividad boliviana de la Alasita, la feria de los deseos en miniatura que fue declarada recientemente Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, se celebraba originalmente el 21 de diciembre y no el 24 de enero como ocurre en la actualidad.
La Alasita, que significa “cómprame” en aimara, es una de las tradiciones más antiguas de la cultura andina, cuando los paceños bendicen al mediodía del 24 de enero las miniaturas que representan sus aspiraciones y deseos.
Los historiadores bolivianos refieren que la celebración de la fiesta fue trasladada de diciembre a enero en 1873 por orden del entonces gobernador de La Paz, el español Sebastián Segurola, para conmemorar la victoria de los suyos ante una sublevación indígena liderada por los caudillos Túpac Katari y Túpac Amaru.
Pinedo indicó que hoy las semillas están representadas por las miniaturas y abogó por que la celebración de la Alasita “vuelva a esta fecha” porque “tendría más fuerza”.
“No solamente estaría guiada o movida por nuestros propósitos personales, sino por la energía del universo que está acompañando ese tejido”, sentenció. (EFE)
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