Muchas de las ciudades del país tienen la característica de contar con grandes marañas de cables de conexiones eléctricas y telefónicas que resultan peligrosas y son ajenas al ornato urbano. Muchas veces se ha sugerido, en todos los medios de comunicación social, que las autoridades municipales dispongan, con las debidas reglamentaciones, que todo cableado de servicio sea instalado subterráneamente, determinando que todas las compañías que prestan estos servicios se pongan de acuerdo, inclusive para compartir los costos.
Por más sugerencias que se haya hecho en el pasado, ha sido imposible lograr que la idea prospere y especialmente las ciudades de La Paz y Cochabamba se liberen de tantos cables que hasta perjudican la instalación y composturas de malas conexiones, aparte de reemplazar muchos de esos conductores que se encuentran gastados. Santa Cruz de la Sierra es, posiblemente, la ciudad que desde hace años utiliza conexiones subterráneas, pero de todos modos hay mucho por hacer para tener una ciudad liberada de tanto obstáculo perjudicial y hasta peligroso.
Aprovechar un solo conducto para instalación de agua, alcantarillado, cableado de energía eléctrica, telefonía y otros servicios de comunicación sería ventajoso en todo sentido. Las inversiones serían altas, pero solucionarían problemas cruciales. Hay preocupación por la carencia de agua, elemento que tiene conductos y cañerías deteriorados por los que fluye el agua subterráneamente, lo que da lugar a pérdidas millonarias, no solamente del producto tan importante e imprescindible, sino de dinero, porque los reventones que se producen diariamente en uno u otro sitio de las ciudades son continuos.
Con un plan integral que englobe a una mayoría de las ciudades, se avanzaría mucho, especialmente si se lo hace contando con el personal profesional calificado que dirija a gente contratada exclusivamente para estos trabajos. El caso determinaría disminuir la carencia de empleo y la utilización de material que podría fabricarse en el país, especialmente sobre la base de cemento y plásticos.
Los trabajos podrían hacerse conforme a las disponibilidades presupuestarias que, año tras año, serían fijadas por parte de las gobernaciones y alcaldías. Hasta ahora, los trabajos de reparación, al margen de ser provisionales, son mal ejecutados porque los reventones de cañerías de un sitio se repiten a pocos metros en el curso de pocos días. Sería interesante que los municipios, conjuntamente las gobernaciones, de consuno adopten políticas que permitan un desenmarañado de “los cielos de las ciudades” y, de inmediato, disponer que ningún cableado nuevo deba hacerse superficialmente sino a nivel interno; para ello, lógicamente, son necesarios trabajos de planificación y especialmente de perfecta coordinación, que es posible si se prescinde de intereses político-partidistas.
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